Repasando el calendario se descubre que no hay un solo día que no se celebre fiesta o advocación dedicados a Ella.
Metidos ya en cotidianas “harinas” escolares y laborales el verano se nos adivina ya lejano aunque sus ecos siguen confortando nuestros días que vuelan hacia el próximo reencuentro con paisajes estivales.
Este año yo terminé mi descanso veraniego acudiendo a la romería en la ermita de la Virgen del Pandillo en Gete, un primoroso pueblo de montaña allá por los valles del Torío. La Virgen, conocida como “la Pandiecha”, es una hermosa imagen de tez blanca a la que los locales tienen gran devoción por habérsele atribuido varios milagros. Durante su traslado desde la ermita a la iglesia del pueblo en un marco natural sobrecogedor por la imponente vista de un valle que se alarga bajo la Peña Grande, un grupo de vecinas y vecinos en la penumbra de una noche que se adueña del paisaje, rezan y cantan el rosario en latín seguidas por gentes en recogida actitud procesional.
En mi pueblo, Matallana de Torío la devoción es a la Virgen de Boinas, cuya festividad se celebra el 15 de agosto día que se reúnen gentes de todo el municipio al ser la patrona de todo el Ayuntamiento.
La imagen de nuestra patrona es distinta a la de los vecinos de Gete. Una de mi pueblo decía “hay que reconocer que la Pandiecha es más guapa que la nuestra”.
No pude evitar sentir cierta deslealtad en el comentario. Quizá porque la Virgen de Boinas, a la que tanto he rezado siempre, es depositaria de penas, alegrias, cuitas varias, y ¡hasta de mi ramo de novia!
Pero ¡que diantres! Ambas distintas, una morena y otra rubia, ¿es importante?
Es la Virgen, mi madre, la tuya. La que ruega por nosotros, ayer, hoy y siempre...
No hay comentarios:
Publicar un comentario