Semana de Pastoral. Entre los asistentes , que inclinados sobre las mesas de los alumnos nos afanamos por encontrar precisas palabras para recoger los contenido impartidos, se distingue una pequeña cabecita de corto cabello plateado. Tez ajada por el peso de las cosas y el paso de los días que rebosan aconteceres.
El taller versa sobre Aprendizaje Servicio, una metodología de enseñanza muy en boga en la actualidad. Se trata de un modo de enseñar que pretende unir el Aprendizaje con el compromiso social sensibilizando a los jóvenes con propuestas concretas diseñadas para provocar un cambio en el entorno donde viven.
Sus manos toman nota raudas y veloces. Se ven cubiertas de surcos. Manos trabajadas, cubiertas de vidas, bregadas y repletas.
Vestido azul, de corte sencillo, cruz plateada en el pecho, chaqueta azul marino. Levanta la cabeza fijando en la ponente unos ojillos azules repletos de preguntas. Destila ilusión contenida. Rezuma bondad. La ponente del curso Ana Carmona, directora de la Escuela Vicenciana Solc Nou de Cataluña anuncia que es el momento de intercambiar experiencias y entonces nombra a la mujer del corto cabello plateado a la que presenta como Lola, una hija de la Caridad que colaboró en Guinea, en un proyecto de una escuela para niñas en dificultades. Mientras Lola cuenta su experiencia se le quiebra la voz emocionada por los recuerdos: educación para la salud, asistencia económica, celebración de la fe. Los asistentes espontáneamente despertamos rotundamente un aplauso contenido. Reconocemos a una maestra en el arte de servir que ha venido al taller en calidad de aprendiz. Quiere conocer más creyéndose ignorante en casi todo. Ella, que seguramente nos podría haber impartido un Máster en servicio. De esos másteres que no aparecen en los currículos ni en páginas web.
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