sábado, 30 de diciembre de 2017

EL ABUELÍN


El abuelín extendió  la mano abandonándola  a su suerte para dejar que colgara libre  más allá del borde de la cama.
Esto se acaba, dijo. En un par de días las campanadas que anuncian el final de mis días sonarán implacables en el reloj de la Catedral. Ellos celebrarán con júbilo el acontecimiento. Pero en mis oídos tocarán a muerto.
En torno al moribundo, 12 miembros de su familia con las manos cruzadas sobre el pecho, miraban, apenados al moribundo  asintiendo solemnes mientras el anciano mascullaba recuerdos azuzados por un inminente ocaso. La agonia de sus días traía aromas de nostalgia.
La pequeña Diciembre, benjamina de la familia tomó delicadamente la mano del viejecin entre las suyas. El anciano se estremeció. Aquella pequeña siempre acompañada de frío. No acababa de acostumbrarse al aliento gélido de la pequeña.
Abuelo, pero tu no te quieres que nos muramos no?
Pues no se que decirte hija. He vivido mucho y con mucha intensidad. De todo hubo. Lloré lo indecible con la enfermedad de mis hijos, rabié con las deslealtades de mis hermanos, dejè que la rabia campara cuando sufrí la injusticia. Ahora también  me arrepiento de haber hablado más de la cuenta.  Toda una vida intensa vivida en doce etapas. Infortunios y gratitudes. Dichas y quebrantos. Cal y arena. Crisis y Paz. Antónimos necesarios para avanzar y llegar a un final que antecede lo nuevo. Degustar neófita primavera, adormecer vivencias a la siesta del estío, cerrar los ojos para hibernar las pesadillas que nos atormentaron. Renacer y retoñar.  Otro año que espera para recibir sueños. Proyectos que por fin se llevarán a cabo. Nos vamos pero dejamos  la esperanza. Mientras los ojos se apagan renace La Luz. No llores niña, enjuga tus lagrimas, mejor reza por lo nuevo que comienza. Renace la vida.  Feliz despedida abuelin...ya viene pisando fuerte el relevo. 

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NARANJAS DE ESPERANZA