Cuando menos lo esperaba llegó vuestro silencio.
El mismo que he suplicado desde el inicio de curso apelando a la madurez propia de un grupo de alumnos de 16 años
Sólo necesitábais un contexto adecuado.
Y el silencio llegó
Dejar hablar al corazón y desentornar vuestros oídos fue todo uno.
Se trataba del trabajo de fin de curso. La última tarea que os demandará un profesor de religión durante vuestra adolescencia.
Debíais elegir una manifestación artística, objeto o persona que os enlazara con Dios. Una mediación que os conectara con ese dios que OS vive dentro.
Sin tapujos ni complejos desgranásteis experiencias de personas, objetos personales, canciones. Compartisteis recuerdos y retuvísteis lágrimas revoltosas.
Y entonces saliste tu.
.- Yo no he elegido obra de arte ninguna ni un objeto. Mi mediación soy yo mismo y ver lo que Dios ha hecho conmigo. Desde muy pequeño he padecido una salud muy frágil. Siempre he visto gente rezando a mi alrededor. El cariño de mis abuelos y de todos los que me quieren. Y en medio de todo siempre he salido airoso. El que esté aquí es un milagro. Así que yo soy la prueba de que Dios existe.
Sus compañeros le miraban fijamente. Sus palabras ciertamente les interpelaron.
Dicen que el dolor tamiza y hace más sabia a la gente.
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