A menudo sucede en el último minuto antes de salir del aula como ocurrió ayer. Se acercó,nerviosa, frotando una mano contra la otra para evitar, quizá, esa sudoración que a veces surge cuando se va a cometer un momento difícil. La niña sufría por la enfermedad de un familiar muy cercano y buscaba tal vez respuestas, o u a palabra de consuelo o quizás un receptor atento que recogiera su angustia para canalizarla.
Me viene a la memoria el desasosiego de otra alumna que se preguntaba cómo explicar a su madre un desagradable incidente que le había acontecido durante una salida nocturna con un acompañante poco recomendable. El episodio le generaba una angustia que apenas le permitía conciliar el sueño. Pensar el daño que podía infringirle a su madre provocaba a la adolescente un considerable sufrimiento.
Estos días también hemos tenido que hablar mucho para mitigar vuestro dolor ante la marcha de Ángel, vuestro profesor de religión. ¡Cuanto le queríais!¡Fue un profesor y amigo para vosotros formidable! Un auténtico referente.
Parece que los amigos, internet y los móviles no lo resuelven todo.
Piensan que sois un generación distinta pero en el fondo sois vulnerables y os sentís desprotegidos ante los acontecimientos que os desbordan por eso es necesario que alguien os escuche y si se tercia y lo recibí, os aconsejen.
Aquel sacerdote tenía razón. Es necesario propiciar momentos consultorio.
¿Recordáis aquel popular espacio de la radio que durante las tardes entraba a través de la voz de Elena Francis en los hogares españoles? Francis...consulta de Francis....
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