Acabamos de escuchar la banda sonora de una película llamada “La lista de Schidler”, un listado de personas de raza judía, que se libraron de la barbarie de Hitler y sus seguidores gracias al buen corazón de una persona. Pero más de once millones de personas, entre ellas seis millones de judíos, y medio millón de gitanos, fueron exterminados en los campos de concentración.
No es difícil empezar una guerra. De hecho es la cosa más fácil del mundo. Empieza siempre igual: una mirada, un empujón, una lucha por conseguir un trozo de territorio. El puñetazo es el recurso más fácil, porque no hay que filtrar nada. Supone reaccionar al impulso más primario sin ningún tipo de filtrado: me apetecía: me miró mal y se la devolví.
Y donde decimos puñetazo, hablamos de balas, cuchillos, misiles, granadas, cañones, muerte, desolación. Todas empiezan con una mala mirada, el orgullo herido, exceso del yo a costa de la integridad física o incluso la vida del tu.
Pero hubo muchos que nos enseñaron que el camino se encuentra en otro lado, que hay otras vías, una bandera blanca en el corazón que dicte palabras y versos, que selle los puños sedientos de violencia.
Los verdaderamente grandes dialogan, y si pelean contra alguien es contra ellos mismos. Porque a veces, la peor guerra es la que se libra dentro de uno mismo, y esa guerra, es el origen de todas. Había un sabio oriental llamado Confucio que decía que si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de La Paz.
Todos tenemos derecho a vivir en paz y libres de
violencia de cualquier tipo.
• Pedimos que se respete y defienda este derecho, no importa cómo seamos, donde vivamos, cuánto tengamos, qué opinemos, cómo sean nuestras familias y cualquier otra característica nuestra o de nuestro entorno.
• Además, tenemos derecho a que las escuelas sean entornos seguros, donde podamos aprender y relacionarnos con tranquilidad, libres de acoso, bullying y de ataques, en caso de conflicto armado.
• Para poder defender este derecho y protegerlo, necesitamos aprender a vivir en paz, conocer cómo se previene la violencia y tener habilidades para dialogar y resolver conflictos de manera pacífica.
Como símbolo de todo esto, hoy algunos de nosotros izamos una bandera blanca o hemos optado por el blanco como vestuario. Un signo externo que visibiliza una actitud interior.
Son muchas personas las que han dejado huella para ayudarnos a encontrar el camino al pacifismo:
Teresa de Calcuta aseguraba que La Paz comienza con una sonrisa.
Cantaba John Lenon, asesinado por un admirador perturbado,
“Imagina a toda la gente viviendo en paz”
Decía Gandhi asesinado tal día como hoy, en 1948 por defender la no violencia:
.- No hay camino para La Paz, La Paz es el camino
. Y una vida con paz la hace mucho más bella, como dice la canción que nos va a dejar el sonido acariciador de este saxo que vamos a oír a continuación.
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