Desde el “Infinito en un junto” de Irene Vallejo no había encontrado un libro que me conmoviera tanto como este de Luis Landero, el último que ha publicado: “El huerto de Emerson”. Lo descubrí gracias a un comentario que hizo un periodista de voz aterciopelada en un programa de Radio Clásica llamada “La hora feliz”. Feliz fue el hallazgo que me está proporcionando tan placentera lectura en la línea defendida por Jaus en su “estética de la Recepción”...disculpen la pedantería...demasiada literatura.
Un párrafo que me ha hecho pensar ¡tanto!
“Dice Emerson que cada cual ha de aceptarse a sí mismo tal como es, y aceptarse además con orgullo y contento. Que a todos nos ha tocado un terrenito en suerte en el que laborar. Que es seguro que habrá alrededor terrenos más grandes y fértiles, donde crecen lechugas mejores que las nuestras, pero que nosotros tenemos que cultivar lo nuestro, el huerto que nos tocó en suerte, sin envidiar lo ajeno, conformes y alegres con nuestras lechugas, por pequeñas y pálidas que sean”
¡Qué sencillo, obvio y tierno a la vez ¿verdad?!
Sigo con el libro. No tiene desperdicio.
Por cierto...en la calle se oye algarabía circense, acaban de despertar los somnolientos del toque de queda. Libertad para la nocturnidad sin clandestinidad. Vuelve jauja, se acabó el extraperlo nocturno.
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