domingo, 10 de noviembre de 2013

ACERA OTOÑAL




Le estaba diciendo que en Valladolid todas las mañanas una brigada de jardineros aspiraba las hojas dejando las aceras de Campo Grande perfectamente expéditas de cadáveres vegetales. Bueno, no se lo decía de manera tan pedante (es lo que tiene la literatura cuando se cuida), pero si le decía que las aceras estaban limpias. 
Mientras hablábamos apartábamos al caminar la multitud de hojas que alfombraban el paseo de Papalaguinda. 
Entonces Rebeca hizo una de esas observaciones que siempre me descolocan: 
" A mi me gustan las hojas en el suelo. Resulta más divertido."
¿Pues claro que si!. Esa alfombra otoñal que cubre el suelo de una sinfonía interminable de ocres dota al paisaje de un encanto melancólico que sólo el otoño trae. Se visten las ciudad de melancolía. ¿Por qué cambiarlo?
La cordura diría que se atascan los desagües, que son un signo de dejadez, que hay que ver los recortes cómo se notan bla, bla, bla.
Pero yo estoy de acuerdo con Rebeca.
Me quedo con las calles revestidas. El otoño es dejar que los árboles tomen las calles con su bella tristeza.

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