Después de unas semanas de sordera izquierda implacable.
De perder el stereo y estar a merced de la lectura de labios indómitos.
Después de unos días de cal y desencanto
de pérdida de estribo auditivo,
de laberinto mudo y distorsión vulgaris,
después de días de desconsuelo mudo
con el temple de la tontería omitida.
Después de conciertos sin vibrato,
de villancicos sin disfrute.
Después de desazones y olvidos
lo he recuperado, al oír los borbotones cálidos
del agua hirviendo en los fogones.
Gracias sean dadas al artífice de lo humano.
Oído cocina.
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