Parece que hay ganas de recuperar lo nuestro, me decía el otro día Verónica, concejala del
Ayuntamiento de Matallana de Torío, con ocasión de un acto que estamos preparando.
Con ocasión de la Navidad se movilizan recursos, comienzan los preparativos, los coros afinan
sus voces para recitales, los centros educativos ya empiezan a ensayar los festivales, en las
calles comienzan a colocarse las luces, y el comercio, ya viste de lujo y boato exhibiendo sus
mejores viandas, mercancías y alhajas.
Y la Asociación Belenista leonesa, que este año celebra sus cuarenta y dos años
conmemorando el 800 aniversario del belenismo celebra este viernes en las Clarisas una misa
de acción de gracias y el sábado en San Isidoro la apertura de la exposición “En noviembre
llegó el niño Jesús a León”.
El primer belén fue viviente, se realizó, a instancias de San Francisco de Asís, en la localidad
italiana de Greccio, ciudad de la que el santo se enamoró por su belleza a su regreso de Tierra
Santa y la única estatuilla, fabricada en terracota, era la del Niño, el resto de integrantes
gentes del lugar, humildes agricultores y ganaderos.
Decía el papa Francisco con ocasión de una visita que realizó a esa localidad: “Espero que esta
práctica nunca se debilite; es más, confió en que allí donde hubiera caído en desuso, sea
descubierta de nuevo y revitalizada”.
Se trata de recuperar y redescubrir una costumbre que además de enseñar, hace las delicias
de los padres y madres, abuelos y abuelas, que junto a su prole hacen familia y redescubren el
gozo de disfrutar juntos.
Puede ser buena idea ir desempolvando nuestro Nacimiento, para ver qué labores de
mantenimiento y reposición son necesarias, aquel rey destronado, el desconchón de la virgen,
o reparar la cunita deteriorada del niño, no vaya a ser que no tengamos dónde colocarlo.
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