Gracias por resucitarme de entre los necios.
Recordarme que el poder de la palabra milagro,
reside entre tu frondoso cabello nítido y negro
brillante como la piel de la pantera
que acecha entre las sombras sin lograr
arrebatar a la luz el poder
que tiene
sobre la sombra.
Venciste mi muerte con tu transparencia.
Lloré mi pena
y sin dejar de ser yo
en mi necedad
constante
percibí
el amor que se oculta
tras la noche selvática
de mi perenne inconsciencia.
Resucité por tu nombre
gracias a la vida dúctil
de unos ojos de niña
dulce Laia.
Te doy gracias
porque le has ocultado
esto a los sabios
y se lo has revelado a los sencillos
y humildes,
como a ti Laia,
que
Ahora eres de Cristo.
Aunque nunca dejaste de serlo.
Seguimos sin entender nada.
Resucítame, Señor, Contigo.
Hoy, durante laVigilia Pascual, en la catedral de León, el Obispo Luis Ángel ha bautizado a Laia.
Ad gloriam Dei.
No hay comentarios:
Publicar un comentario