En tropel han acudido los recuerdos al subir las mismas escaleras por las que transité tantas veces siendo niña.
Ahora flanqueadas por barandillas para evitar que los niños se deslicen de manera clandestina desafiando las normas del Colegio.¡Cómo gozábamos deslizándonos por ellas!
La disposición de los lugares y cosas no ha variado demasiado. Todo está dispuesto para dar rienda suelta a la nostalgia de los que por allí transitamos gran parte de nuestra niñez. Hoy sobre todo.
Rostros bronceados de padres, maestros y niños que hablan de un relax veraniego que ya iba pidiendo a gritos el retorno a las aulas.
Ojos brillantes por la expectación, miedo a lo desconocido, excitación por lo que vendrá y se sucederá.
Murmullos relajados que elucubran sobre las destrezas y habilidades del profesor que le tocará al retoño. ¿Sabrá reconducirlo a su estado original después de un verano al libre albedrío?. Preocupación de los escolares por ser aceptados y por sentarse con alguno de la pandilla habitual.
Los mayores del Colegio miran con seguridad a su entorno. Se saben líderes y otean su reinado. Este año serán ellos los que lleven la batuta y capitaneen los recreos.
Y yo cojo tu mano sabiendo que este será el último de muchos.
Dentro de la emoción de sabernos protagonistas de un momento único noto aguijoneante cierta congoja nostálgica en un rinconcito del corazón.
Siento que cada día te vas un poco...
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