sábado, 2 de julio de 2016

PLÁCIDO EN EL ALMA





Concibo este blog como un pequeño álbum de recuerdos. Por eso sucumbo a menudo a la tentación de entregar mis pensamientos  a la imaginación para que sea el teclado del ordenador al dictado de mis dedos el que me ayude a plasmar mis recuerdos y sensaciones en un intento sereno de conservar los instantes que me deslumbraron.
Ingenuamente espero que alguna vez mis familiares y amigos querrán conocer instantes que me captaron para quedarse enredados en mis sueños.
Este verano me ha tocado convertirme en una pequeña trotamundos y tengo que confesar que está siendo muy gratificante quizás porque también cuento con el ánimo y beneplácito de una familia que sabe que este año más que nunca era necesario tan espacioso respiro.
El pasado miércoles cumplí un hermoso sueño.
¡Cuantas veces he soñado, vibrado y llorado con la voz de Plácido Domingo!
Por eso deseaba oírle cantar en vivo. Mirarle, contemplar a un gigante de la escena que tantas veces ha logrado emocionarme.
Fue un rey mago muy especial el que me regaló la entrada para oírle cantar en el Estadio Santiago Bernabeu. Un soberano del que siempre recibo todo lo bueno. Él una vez más hizo realidad un profundo anhelo que siempre he tenido desde niña cuando era capaz de escuchar durante horas aquel famoso concierto que los tres tenores ofrecieron en las famosas Termas de Caracalla en Roma. Plácido Domingo siempre me pareció un hombre  atractivo y varnil y con una voz prodigiosa capaz de dominar todos los registros. 
Descubrí a un hombre increíblemente humano en la entrevista reciente que Bertín Osborne le hizo en - de las pocas veces que últimamente he sido capaz de "aguantar" un programa entero en Televisión -. Me cautivaron varias cosas : su fe viva y profunda que le lleva a encomendarse a Santa Cecilia con frecuencia, ese sentimiento de orgullo de serle  fiel a su mujer -Marta- con la que lleva toda la vida, solidario para ayudar a los damnificados en el célebre terremoto que Méjico sufrió hace algunas décadas - Plácido pasó una gran parte de su vida viviendo en este país -, muy amigo de sus amigos y amante del fútbol -el Real Madrid equipo de sus amores para el que grabó su célebre himno.
Plácido celebraba su 75 cumpleaños en un Estadio mítico rodeado de artistas de primera fila: La Orquesta del Teatro Real que celebraba su segundo centenario, Andrea Boccelli, Diego Torres, Alejandro Sanz, Café Quijano, Maná, Pablo Alborán, Carlos Baute,  Café Quijano, Sara Baras, La compañía de Antonio Gades, ilustres guitarristas, trompetistas, Il Bolo, Diana Navarro, The Vicio, Alejandro Fernández y sus incomensurables mariachis, y muchos otros cuyo nombre ahora no recuerdo.
Verle en escena ha engrandecido la imagen que tenía de este gran personaje: hermosa mata de pelo cano, rostro surcado de arrugas no disimuladas, la veteranía en todo su esplendor sin una gota de afectación ni maquillaje, la sencillez de la grandeza.
Desde mi pequeño trocito de césped merengue percibí un torrente de humanidad que sólo puede proceder de la grandeza divina que Domingo irradia por todos sus poros.
Plácido interpretó piezas muy hermosas de su repertorio, entre ellas un aria de la Tabernera del Puerto: No puede ser, Granada, Ojos verdes, varias arias de ópera y divertidos duetos con varios de los artistas que quisieron sumarse al homenaje.
La emoción me embargó en muchos momentos.
Gracias maestro por tantos momentos de felicidad.
¡Bravísimo!

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