sábado, 2 de febrero de 2013

El camino del retorno



Fue a principios del  mes de enero. Allí estaba ella (quiero creer que es chica) por aquello de la afinidad. Decidimos salir a la montaña a empaparnos de verde y llenarnos de naturaleza.

Elegimos la senda del arroyo Meleros, en las inmediaciones de Geras de Gordón. Recordábamos una preciosa cascada que emergía milagrosamente en un rincón tapizado de musgo. Fue decepcionante descubrir que la cascada ya no existe, que los accesos han sido vilmente alambrados para disuadir a los visitantes y que multitud de hayas languidecen pudriéndose en espera de un agua que no acaba de llegar.

No sabemos lo que ha sucedido. Es extraño que la cascada haya desaparecido, es extraño que la mano del hombre tenga tan a menudo la virtud de exterminar lo bello. En parajes donde apenas hay población, donde el paisaje parece perecer de puro tedio ¿a quien le puede importar que cuatro senderistas quieran acercarse a disfrutar de la belleza que la naturaleza les quiera regalar?

No vimos arroyo alguno, pero si una alarmante sequedad insólita para la época del año en que nos encontramos

Pero alli estaba ella, ajena a lo sucedido, aletargada en medio de un entorno que torna a su alrededor. Un pequeño ejemplar de tritón, hermoso y coqueto, despistada, desorientada por la falta de un agua que no llega. Un ejemplar en peligro de extinción. Una extinción que no sólo le afecta a ella.

¡Estamos empeñados en extinguir tantas cosas!

Solo nos queda que el Dueño nos ilumine para poder encontrar el camino de retorno.

Por aquí se supone que debería estar corriendo el agua...

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