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Por Marta Redondo.
Viernes, 6 de octubre,
En una clase de 1º de EsO practicábamos las normas de ortografía: la acentuación de las agudas, a través de un dictado.
Una de las frases era: “jamás debemos insultar a nuestros semejantes comillas”
Imane, siempre deseando aprender, levantó el dedo:
.- Profe, ¿qué significa la palabra semejantes?
.- Pues significa los que son como nosotros, casi iguales, o muy parecidos
.- Ahí no pues ese libro está mal lo tienen que cambiar 1 no puede insultar a nadie no solo a los que son como él. Lo decía con preocupación, con la seguridad de que esa enseñanza debía ser matizada. De hecho, al final de clase insistía en la necesidad de revisar ese contenido.
Con su coleta de pelo rizado, menudillo, vivaracha, miré su tez blanca y sus bellos ojos oscuros coronados de pestañas densas que reflejan la claridad de su corazón y quise empaparme de la infinita ternura que desprende.
con razón lo dijiste señor en verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos los niños. Por tanto, el que se haga pequeño, como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos.
Quién fuera semejante a Imane, que exhala bondad por donde quiera que se posa su mirada.
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