Hace un año.
Para COPE León.
Hace exactamente un año nos despertábamos con la aterradora noticia de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Hace 365 días mi compañera de viaje rusa Eugenia se llevaba las manos a la cabeza como queriendo mesarse los cabellos por la tragedia de dos pueblos hermanos enzarzándose en una guerra sinsentido que a fecha de hoy continúa cobrándose víctimas sin sentido, si es que alguna muerte violenta lo tiene. En todo este intervalo de tiempo hemos asistido al éxodo masivo de un pueblo a la desbandada, niños y niñas desarraigados sin escolarizar o a la búsqueda de un centro educativo donde no dejan de sentirse extraños y extrañados pese a la acogida, gente anciana desnortada cuyas viviendas quedaron pulverizadas por bombardeos indiscriminados, devoradas por las llamas de la destrucción expansionista, masas humanas despersonalizadas por los delirios de dirigentes sedientos de fama, de pasar a la historia como los liberadores de los jinetes del Apocalipsis: el blanco de la conquista, el rojo de la guerra, el negro del hambre, y el amarillo de la muerte. Un año sin saber nada de La Paz que pensábamos cercana.
Pienso en la comunidad ucraniana asentada en León, forzada a un éxodo, instalada en el calvario de los recuerdos de un tiempo feliz que parece tan lejano, ausencias que taladran el alma, inquietud por un futuro enigmático, envuelto en las brumas de la incertidumbre, padeciendo los latigazos de noticias que informan del goteo de muertes de inocentes queridos . Ayunando de sueños, recibiendo la limosna de los prójimos cercanos que se esfuerzan por hacer más liviana su espera en un ejercicio de empatía fraternal, confiando en el poder de la oración en comunión.
Para ellos y para todos los pueblos en guerra es hoy nuestro recuerdo, mirando al cielo para rogarle al padre que se apiade de este y de todos los países en conflicto, que desde distintos rincones de los cinco continentes, claman en el desierto de las dudas y la injusticia.
Dales fuerzas, Señor, para que pronto puedan contemplar el sol radiante de la liberación. Pero sobre todo dales esperanza. En ella, ellos y nosotros, seremos salvados.
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