miércoles, 12 de junio de 2013

Un momento mágico...pese a no parecerlo a priori.



Era una canción sencilla. De letra hasta ingenua. Me estaba preguntando por qué ella la habría elegido. El tema que tenían que  presentar como trabajo de fin de trimestre era "una canción, manifestación artística o similar que te enlace con Dios cuando la escuchas". Debían haberlo preparado con antelación. Les di tiempo suficiente para pensarlo.
La alumna sale al estrado. Teclea un enlace en youtube y la canción comienza a sonar.Nada, un tema de un tal Carlos de France.
Y la mente de la profe empieza a pulular: "Esperemos que no sea un elogio al nihilismo....Estos chicos van a lo fácil, pero qué tendrá que ver esto con Dios, si es que cómo les cuesta saber lo que es la interioridad... madre mía para qué me dedicaré yo a esto, con lo bien que podría estar en otro sitio donde se reconociera más mi..., ¡ala! ¿y esto?.... El amor humano, si es que ahí no les saco.El año que viene les mando otro trabajo a final de curso...si es que cómo les cuesta esforzarse, a ver cuando acaba la canción,...(Mientras yo maquiavelo todo esto la ponente escolar parece esconderse detrás de la pantalla). 
De pronto acaba la canción y surge tras de la pantalla el rostro emocionado de mi sensible y delicada bachiller. "Esta canción me la ponían en un campamento del que guardo un maravilloso recuerdo. Todas las noches rezo desde aquellos días. Y le pido ayuda. Sin ti soy un vasito medio vacío dice la canción. Eso es Dios para mi. Él me ayuda a salir cada día adelante. Cuando me toman el pelo porque creo en Él y voy a catequesis y a misa yo se que Él no me falla. Esta canción me lo recuerda. Y es que es Él quien llena mi vaso y le pone el puntito a mi i.

Y miro a sus amigas que están en clase y que también iban de campamento con ella y que pese a todo y frente a todo decidieron matricularse en Religión aunque algunos profes les digan que qué demonios hacen aquí (algún de mis colegas tiene un curioso modo de entender su libertad de cátedra). Y sin darme cuenta descubro que yo también me he emocionado porque veo que Dios es el mayor ilusionista que existe y que cuando menos nos lo esperamos saca un hermosísimo ramo de violetas de la chistera. Y hoy tengo la suerte de que me ha entregado ese ramito a mi aunque tenga la cabeza hueca a base de llenarla de prejuicios estúpidos. Se me ha quedado el alma descolocada, a lo mejor se me estaba adormeciendo a costa de dejarle demasiado espacio a la cabeza. Menos mal que ellos me recuerdan que de vez en cuando hay que mirar la realidad con el corazón en la mano.

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