Comenzábamos la mañana con los niños soldado. Un profesor jubilado perteneciente a Amnistía Internacional quiso hablarles a los chicos sobre este tema. Lo que escuchamos fue terrorífico - y yo que venía con intención de hablarles de la Pasión del Señor - pues si, mayor pasión y calvario que los que atraviesan estos pequeños será difícil encontrarla en otros sitios. Lo que hacen - sirven de pinches, sicarios, guardaespaldas de los oficiales, esclavas sexuales, señuelos, cocineros de la tropa - cualquier cosa menos lo propio de un niño que es jugar. El viejo profesor Julio nos contó el modo en que son reclutados -muchas veces de camino al colegio, jugando en las aceras, caminando para hacer algún recado en su aldea -. Pero fue especialmente dramático lo referente al modo en que logran convertir a una de estas criaturas en niño soldado. Julio - el profesor ponente -le pidió a un alumno del salón que leyera la diapositiva de power point. Un muchacho alto, aguerrido, palestina en cuello y cresta en peinado levantó su mano. Leyó el pasaje qu e decía "Lo consiguen sometiéndoles a un estado de embriaguez provocado por las drogas o el alcohol. Les endurecen haciéndoles pasar por situaciones extremas como la de matar a su padre o violar a su madre o hermana". El aguerrido muchachón terminó la lectura y quedó como en suspense. El profesor ponente continuó hablando y entonces el muchacho lector se levantó y al pasar a mi lado observé como una larga hilera húmeda de dolor brotaba de sus ojos y recorría descendente su tez tostada. El muchacho lloraba. Este adolescente de presencia intimidatoria, 3º de la ESO, con fama de tipo duro e implacable dejaba brotar su pena en forma de profusas lágrimas...y entonces di las gracias por su dolor. Ese dolor que me devuelve la esperanza en que detrás de muros aparentemente inquebrantables es capaz de brotar el dolor de un ser humano que se compadece de otro.
Por cierto, la imagen que encabeza esta entrada representa lo que los niños del Congo dibujan en las Escuelas.
Muy diferente a las inocentes y bellas caritas infantiles que pintan nuestros hijos en sus Coles ¿verdad?