

Belleza. Quiero captarte en esos instantes para apropiarme de un poco de eternidad...
Ayer tuve la suerte de ver en los cines Van Gogh la película "De dioses y hombres". Me ha impactado profundamente y ha reavivado mi fe. Se suceden los estrenos con películas de temática religiosa. Hoy más que nunca EL HOMBRE TIENE SED DE DIOS.
Reproduzco aquí por su interés un artículo de Jose Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián y corresponsable de Pastoral Juvenil en la CEE
A estas alturas ya nadie duda de que el cine no es, ni puede serlo, un arte aséptico en lo que se refiere a los valores o contravalores que transmite. La proliferación de películas de marcado acento anticatólico ha sido muy notoria en los últimos años, pero gracias a Dios, cada vez son más los que, poniendo en práctica el conocido refrán “más vale encender una luz que maldecir las tinieblas”, tienen la osadía de realizar un cine de marcada inspiración cristiana. Se trata de producciones generalmente modestas en su presupuesto, pero que tienen el acierto de trasladar a la pantalla, con notable éxito, testimonios reales y concretos, que contrastan con la abundancia de leyendas negras difundidas en la filmografía sobre la vida e historia de la Iglesia.
Pues bien, entre la amplia oferta que la cartelera cinematográfica nos ofrece en estos días, podemos disfrutar de la producción francesa “De dioses y hombres” del director Xavier Beauvois. En ella se narra lo acontecido en el monasterio cisterciense del Monte Atlas (Argelia) a mediados de 1996, cuando siete monjes fueron secuestrados y finalmente decapitados por la facción radical del GIA (Grupo Islámico Armado). El guión de esta película recoge con fidelidad la buena armonía de estos monjes cristianos con los pobladores musulmanes de aquella región, al mismo tiempo que la irrupción repentina del fundamentalismo islámico, que cambia por completo el escenario de pacífica convivencia. Lejos de ser una película que tome pie del fundamentalismo para satanizar al conjunto del Islam, refleja de forma sobresaliente el ideal del diálogo interreligioso propugnado por la Iglesia en el Concilio Vaticano II.
Este filme alcanza especial relevancia y actualidad, por el hecho de que su llegada a España ha coincidido con un momento de notable recrudecimiento de la persecución y el exterminio de las minorías cristianas de tradición milenaria, en países de mayoría musulmana e hindú. El destino de estos cristianos, tanto en Oriente Medio como en Oriente, se torna cada vez más dramático e incierto, a raíz de la confluencia de tres circunstancias: el resurgimiento de los fundamentalismos, el error y fracaso de la guerra de Irak, y el olvido de las raíces cristianas en Occidente. Los cristianos árabes se encuentran en medio de un peligroso “sandwich”: sospechosos de complicidad con Estados Unidos, por el mero hecho de ser cristianos; y al mismo tiempo ignorados por un Occidente laicista que se avergüenza de sus raíces.
Recientemente, el sociólogo Massimo Introvigne denunciaba que el fundamentalismo islámico y el laicismo, son dos caras de la misma moneda. Sin pretender comparar lo que ocurre en Oriente y en Occidente, es un hecho que la libertad religiosa no es respetada ni por unos ni por otros. En el fondo se trata de un desequilibrio entre fe y razón: El laicismo de Occidente difunde un racionalismo antirreligioso, mientras que los fundamentalismos de Oriente impulsan una religiosidad irracional. En Occidente existe una dictadura del relativismo, mientras que desde Oriente emergen los fanatismos intolerantes.
El desarrollo de los acontecimientos está demostrando que, en nuestros días, el diálogo interreligioso entre una cultura cristiana y otra musulmana o hindú es perfectamente viable. El verdadero choque de trenes se produce en el encuentro del laicismo, por un lado, y el fundamentalismo, por el otro, que se retroalimentan, hasta el exterminio. Lo malo es que, como dice el refrán, “cuando dos elefantes pelean, sufre la hierba”. Y en este caso, los principales perjudicados de esta situación están siendo las minorías cristianas en países de mayoría musulmana e hindú. Tanto en Occidente como en Oriente, el antisemitismo del siglo XX está siendo sustituido en el siglo XXI por un modo de cristianofobia.
El Papa Benedicto XVI dirigió un mensaje al mundo el primer día de este año, Jornada de la Paz, con el título de “La Libertad religiosa, camino par la paz”, en el que recordaba aquellas palabras del Concilio Vaticano II: “La libertad religiosa es condición para la búsqueda de la verdad. La verdad no se impone con la violencia sino por la fuerza de la misma verdad” (Dignitatis Humanae 1).
Como conclusión y ejemplo práctico, es emocionante escuchar en la escena final de esta bella película “De dioses y hombres”, el testamento que el superior de aquella abadía cisterciense dejaba escrito antes de su martirio: « He vivido lo suficiente como para saberme cómplice del mal que parece prevalecer en el mundo; incluso del que podría golpearme ciegamente. (…) Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los habitantes de este país tratándolos globalmente. Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo (…) Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tratado de ingenuo o de idealista. Pero estos deben saber que, por fin, seré liberado de mi más punzante curiosidad, y que podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre, para contemplar con Él a sus hijos del Islam, tal como Él los ve. En este “gracias” en el que está dicho todo sobre mi vida, os incluyo, por supuesto, a amigos de ayer y de hoy… Y a ti también, “amigo del último instante”, que no habrás sabido lo que hacías. ¡Sí!, para ti también quiero este “gracias” y este “a-Dios”, en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones felices en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío. Amén. ¡Inshalá! ».
A través del Ministerio de Justicia, el Gobierno acaba de reconocer el carácter adoctrinador de Educación para la Ciudadanía y proclama que inculcar el relativismo moral es el objetivo de esta asignatura
REDACCIÓN HO.- Durante la tramitación de un recurso sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía planteado por una familia objetora ante el Tribunal Constitucional, el Ministerio de Justicia, a través de la Abogacía General del Estado, ha presentado un escrito de alegaciones en el que deja muy claro que esta materia tiene un fin adoctrinador.
Para el Gobierno Zapatero, la educación no debe quedar en manos de los padres, ya que estos pueden imponer sus valores a sus hijos y tal comportamiento, según el Ejecutivo, es adoctrinar:
De esta forma, el Gobierno está defendiendo la primacía del Estado como único legitimado para educar, sustrayendo nuevamente la patria potestad a los padres, tal como ya hizo con la nueva ley del aborto.
Imponer el relativismo moral
Además el Gobierno argumenta en su escrito, presentado por la Abogacía General del Estado, que lo propio de la democracia es el relativismo moral, y precisamente por ello Educación para la Ciudadanía, que defiende tal concepción del mundo y del ser humano, debe ser de obligado cumplimiento para todos los alumnos:
Formar los sentimientos, emociones y valores
El recurso explicita igualmente el concepto de educación que defiende el proyecto Zapatero, según el cual los valores forman parte de las materias a impartir. De esta forma, el sistema educativo abre la puerta al adoctrinamiento que el Ministerio de Justicia niega.
En el recurso de la Abogacía del Estado se puede leer:
“La educación no es solo transmisión de conocimientos sino formación de las emociones y sentimientos. No es tanto la persuasión intelectual cuando el compromiso emocional lo que crea el hábito de la virtud pública. El pleno desarrollo de la personalidad incluye también la educación de los sentimientos y emociones, pues sin ella fracasaría la transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia”.
Adoctrinamiento, relativismo, estatalismo… La argumentación del Gobierno da nuevos motivos y argumentos a los objetores de Educación para la Ciudadanía y a todas aquellas familias que quieren preservar su libertad. Exige ahora al ministro de Educación que retire Educación para la Ciudadanía del currículo escolar
Escribe a Dª Leire Pajín y al consejero de Sanidad de tu Comunidad Autónoma para exigirles que respeten y garanticen la libertad de conciencia salvaguardando el derecho fundamental a la objeción de conciencia frente al aborto y la eutanasia de forma clara y sin matices y sin obstaculizarlo en modo alguno.
Como recordarás el pasado 7 de octubre tuvo lugar en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa una votación que rechazaba el llamado Informe McCafferty que pretendía hacer del aborto un «derecho», una prestación sanitaria enmarcada dentro de la «salud sexual y reproductiva» de las mujeres y consideraba que la objeción de conciencia de los médicos obstaculizaba de manera caprichosa «los derechos sexuales y reproductivos» de las mujeres.Los parlamentarios rechazaron con rotundidad los presupuestos del Informe y aprobaron la Resolución 1763 "Derecho a la objeción de conciencia en la atención médica" (1) que establece, entre otras afirmaciones de gran calado, que:
"Ninguna persona, hospital o institución será coaccionada, considerada civilmente responsable o discriminada debido a su rechazo a realizar, autorizar, participar o asistir en la práctica de un aborto, la realización de un aborto involuntario o de emergencia, eutanasia o cualquier otro acto que pueda causar la muerte de un feto humano o un embrión, por cualquier razón".
Desde Profesionales por la Ética hemos puesto en marcha una campaña para exigir a la Ministra de Sanidad, Dª Leire Pajín, y a los Consejeros de Sanidad de todas la Comunidades Autónomas que, en virtud de lo establecido en esta Resolución, garanticen y respeten la libertad de conciencia de manera clara y sin matices.
Tú puedes defender la libertad de conciencia sumándote a esta iniciativa.
Es un minuto.
RELLENA EL FORMULARIO(http://www.profesionalesetica.org/alerta.php?accion=enviar)
para enviar a la Ministra y al Consejero de Sanidad de tu Comunidad Autónoma el siguiente correo electrónico:
¿Es que se puede abordar seria y responsablemente el futuro del hombre –¡un futuro digno!– si se prescinde de la verdad del matrimonio y de la familia? ¿Es posible ignorarla y pasar de ella, si se quiere construir una sociedad libre, justa y solidaria en la que el hombre pueda encontrar las condiciones necesarias para su desarrollo personal de acuerdo con su naturaleza trascendente de imagen e hijo de Dios? Sencillamente: ¡no! Siempre que se cuestiona y/o se niega la verdad del matrimonio y de la familia –¡la plenitud de sus significados personales y sociales!– en la teoría y en la práctica, las consecuencias negativas no se hacen esperar. Se ciegan las fuentes de la vida con la práctica permisiva del aborto. Se banaliza con la eutanasia hasta extremos -hasta hace poco tiempo impensables-, la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo. ¡El derecho irrevocable a la vida queda profundamente herido! Los niños y los jóvenes crecen y se educan en un ambiente de rupturas y distancias paternas, desconfiados y desconcertados, sin conocer una limpia y auténtica experiencia del amor gratuito: de ser queridos por sí mismos y de poder corresponder, igualmente, amando sin cálculos egoístas a los que les dieron la vida –sus padres– y a aquellos con los que la comparten con una insuperable e íntima cercanía –sus hermanos–. Las relaciones sociales se hacen frías y distantes: ¡nos endurecemos consciente o inconscientemente ante el dolor y las necesidad físicas y espirituales de nuestros vecinos y conciudadanos!… La sociedad se envejece y la crisis demográfica –¡imparable!– amenaza y pone en peligro el futuro de nuestros marcos de vida y bienestar económico y social. Esto es lo que está ocurriendo con mayor o menor amplitud e intensidad en las sociedades europeas. Se trata de manifestaciones de una crisis mucho más honda en sus causas, que las que se detectan en los campos de la técnica y de la acción económica, social y política. Son causas, como nos advertía Benedicto XVI en su Encíclica del pasado verano “Caritas in Veritate”, que tienen que ver con la recta formación de la conciencia, con el reconocimiento de la ley natural y de su último fundamento en Dios: ¡con el alma y con la acogida de la gracia y del don del Espíritu! Causas que tienen que ver, en una palabra, con la familia: con su fortaleza interna y con las posibilidades económicas, sociales, jurídicas y culturales de poder ser afirmada y realizada en la integridad de su verdadero ser, ¡libremente!, tanto en la sociedad como en la comunidad política. A lo largo de los siglos de la historia de la humanidad, antes y después de Jesucristo, se han dado períodos de verdadera ceguera histórica: de los pueblos y de sus mayorías culturalmente más influyentes. Con frecuencia, poco menos que cíclica, han cerrado los ojos a lo que estaba aconteciendo en los niveles más profundos de la propia realidad: a sus causas primeras. Los resultados son conocidos: ¡las crisis se convirtieron para muchos en dramas familiares y personales! ¡Devinieron pronto en verdaderas y graves crisis sociales de dificilísima solución!
5. Nos encontramos, pues, queridas familias cristianas de España y de Europa, ante un reto histórico formidable: ser los signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas. ¡No hay que tener miedo al afrontar la responsabilidad histórica de vivir el matrimonio y la familia cristianamente con la fortaleza de la fe y con la confianza puesta en la gracia y el amor de Jesucristo! En la Sagrada Familia de Nazareth encontráis el ejemplo y la cercanía espiritual que no os fallará nunca. José no se arredró ante la persecución de que iba a ser objeto el Niño Jesús y, con la Virgen María, su esposa, huyendo a Egipto, lo guardó y lo protegió para el bien y la salvación nuestra. En la oración y en la comunión fraterna del amor de toda la Iglesia y de sus Pastores encontraréis siempre a la gran familia de los hijos de Dios que peregrina por los caminos del hombre de nuestro tiempo entre los peligros del mundo y los consuelos de Dios. ¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar! Os necesita como siempre; pero, además hoy, con una nueva, grave e inaplazable urgencia. ¿Cómo podrá sin vosotros mostrarse al mundo como la comunidad de “los elegidos de Dios, santos y amados”? ¿Cómo podrá sin vosotros vivir y dar testimonio de “la misericordia entrañable”, de “la bondad, humildad, dulzura” y de “la comprensión”? ¿y, sobre todo, de la experiencia de haber sido perdonados y del saber perdonar? (cfr. Col 3,12-21).