martes, 2 de abril de 2019

JUVENTUD SIN DIOS



Cuando terminas de leerlo te quedas como huérfano.
No sucede con frecuencia. No como te sucedía antes. Y es que con el paso de los libros cada vez son menos los que te seducen. Será que subes el nivel de exigencia.
Paladeo el regusto de  la lectura de Juventud sin Dios. De Ödön von Horvát. Narrador austriaco de origen húngaro que murió prematuramente sin llegar a la cuarentena de una manera inaudita: Cuando el escritor iba caminando por los Campos Elíseos parisinos se desató una tormenta eléctrica. Un rayo impactó en un árbol cercano seccionando una rama que cayó sobre su cabeza, fatalmente en la nuca. La muerte le sobrevino así de manera casi instantánea. Meses antes una adivina le había dicho: “En Paris, señor, vivirá la gran aventura de su vida”...la última y más intensa sin duda.
Antes de morir le dio tiempo a regalarnos su genio narrativo especialmente enredado en esta novela.
El libro narra el modo en que el nacionalsocialismo fue lentamente inoculándose  en la mente  de los escolares sirviéndose de todo el aparato mediático de esta maquinaria política de destrucción moral. Como capitana del adoctrinamiento estaba la radio. Ella era considerada el mejor medio para conseguir la unificación alemana. 
El protagonista, un maestro, se debate en un continuo diálogo de enfrentamiento entre una ideología mezquina, totalitaria y deshumanizada y la búsqueda de la justicia y la verdad.
La historia comienza en un destartalado inmueble donde el protagonista corrige las composiciones escritas de sus alumnos sobre la cuestión colonial, una auténtica obsesión de Hitler que quería recuperar territorios perdidos. El maestro queda perplejo ante la afirmación de un niño que, en la línea de la doctrina imperante afirma: “Todos los negros son ladinos, cobardes y vagos”. Negro era sinónimo de inadaptado, marginado, judío e impuso. Cuando el docente devuelve el cuaderno al alumno le hace el siguiente comentario:”Los negros también son seres humanos”. Es entonces cuando comienzan los problemas. El posicionamiento frente al pensamiento único nazi. El mismo pensamiento que luchó por engendrar una juventud fría, despiadada, desprovista de toda capacidad de empatía. Que - reflexiona el escritor- ha dejado de creer en Dios. Dios como Leit motiv omnisciente en toda la novela bajo distintas imágenes: cruel, despiadado, utilizado, pero también un Dios ignorado cuyo olvido genera las peores atrocidades. 
Se entrecruzan las historias de los escolares que padecen adoctrinamiento: las distintas reacciones, los posicionamientos, la búsqueda de la verdad. Se suceden las reflexiones de Horvàth desde su propia experiencia vital. Ödön también sufrió en sus propias carnes la ignominia de una ideología perversa que a él mismo le convirtió en proscrito en el momento cumbre de su fama como narrador y dramaturgo.
Uno de los párrafos más soberbios:

“Quien tiene que vérselas con criminales y con locos tiene que actuar como un criminal y como un loco; de lo contrario tiene que desistir para siempre.
Tiene que llenar su hogar de banderas, aunque ya no tenga un hogar.
Cuando ya no se tolera el carácter, sino tan sólo la obediencia, la verdad se va y llega la mentira.
La mentira, la madre de todos los pecados.
¡Banderas fuera!
Antes comer que perecer.
He encontrado entre sus páginas también una hermosa descripción sobre la mirada de Dios:
“Tranquilos, como los oscuros lagos de los bosques de mi tierra. Y tristes, como una infancia sin luz.
“Así nos observa Dios, tengo que pensar de repente,
En una ocasión pensé que Él tenía unos ojos maliciosos, penetrantes...¡No,no!
Porque Dios es la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRIMER AMOR

  Es una ternura verles escribirse versos de amor. Amor de niños que despiertan a la primavera. El niño  que juega a hombre calándose una vi...