jueves, 4 de abril de 2019

ALBERTO CORTÉZ, POETA DEL ALMA



   Mi infancia son recuerdos de viajes por carretera. En un SEAT 1430 que pasó por distintos maquillajes antes de quedarse en un marrón chocolate definitivo. Por entonces se me hacían interminables los viajes porque aquella música  era  lejana y extraña. Pero con el paso de los kilómetros los ritmos se hacen propios y se asumen e interiorizan como por ósmosis al convertirse en la banda sonora de los momentos de esparcimiento. Luego pasan a ser música vital.

 La cinta se escuchaba una y otra vez y aquel acento argentino surcaba de historias y ritmos mi imaginación infantil. Creo que fue entonces cuando comencé a componer historias alimentadas de sus palabras.  Y Alberto se hizo mío y nuestro con sus castillos en el aire que no eran de aquí ni de allá, mientras un grupo de palmeras mecía  la tarde en la que una anciana se quedaba ensimismada acariciando con sus ojos las correrías infantiles de aquel niño. Quiso tener un hijo la pobre vieja para llamarlo Luna. Y aquel árbol que plantamos hace tantos años mientras él abuelo un día me hablaba de España 


     Recuerdo algún domingo de verano en que mis padres decidían pasar el día por las montañas de aquel Riaño que olía a hierba. Aparcábamos el coche en la plaza aledaña a la Iglesia del pueblo y yo me quedaba dentro escuchando a ALBERTO prometerme que a partir de mañana empezaría a ser un sujeto más serio mientras viajábamos por sus recuerdos a través de vientos campos y caminos distancia ¡Qué cantidad de recuerdos! 
Hoy, Alberto, llora mi alma en medio de la noche acordándose de que en un rincón del alma ya no se aburrirá el poeta que tus letras crearon. Porque cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo, un tizón encendido. El que tus versos dejaron, el vacío doloroso de un poeta, mi poeta. El poeta de mi infancia.
Descanse en Paz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRIMER AMOR

  Es una ternura verles escribirse versos de amor. Amor de niños que despiertan a la primavera. El niño  que juega a hombre calándose una vi...