sábado, 6 de abril de 2019

EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE LLORAR



VIÑETA DE PETER  SCHRANK

     Aquella mañana en el laboratorio forense de Milán ,  la doctora Cristina  Cattaneo se disponía a realizarle la autopsia al siguiente de los cadáveres.  Era un  día de abril parecido al de  hoy. El equipo estaba agotado, el número de cadaveres pendientes ascendían aún a 128 de los 528 que habían aparecido  tres días antes. Como casi siempre,  en las aguas del canal siciliano. Todos procedían del último naufragio. Una barcaza de grandes dimensiones. Pero aquel cadáver la tenía extrañada.. Pesaba  menos que el resto. Cuando abrió el saco mortuorio vio  que se trataba de un cuerpo de un muchacho de piel negra, de unos 14 años. Estaba vestido con chaqueta, chaleco, camisa y pantalones vaqueros.

Comenzó  a desvestirlo. Mientras palpaba la chaqueta, sintió algo duro y cuadrado. Y allí se encontró  entre las manos con un pequeño haz de papeles de diversa naturaleza. Trató de separarlos sin que se rompieran y luego leyó: ‘Boletín escolar’. En una columna, con las palabras un poco descoloridas, estaba escrito: matemáticas, ciencias físicas…». La forense se quedó tan sorprendida como los otros miembros del equipo. Tenían frente a ellos el expediente, escrito en francés y en árabe, de un muchacho de educación secundaria. El muchacho, procedente de Malí,  estaba seguro de que aquellas referencias serían el salvoconducto para una vida próspera y feliz.

     De aquella ilusión sólo quedaba un cuerpo sin vida y un puñado de papeles descoloridos por el agua del Mediterráneo.

     No se si vieron el pasado fin de semana la entrevista que el periodista Jordi Evole le hizo al papa en la sexta. El Papa accedió al reportaje para hablar sobre  el drama de los refugiados. Hubo muchas preguntas, muchas palabras en esa entrevista pero sólo cuando el Papa se encontró en las manos con un trozo de alambrada acuchillada que el periodista le enseñó, para explicarle la misma sólo en ese momento a nuestro Papa se le nubló la vista y una sombra de tristeza ensombreció su rostro. Nos hemos acostumbrado a esto. 


     El mundo se olvidó de llorar.

     El periodista le preguntó qué opinaba de las  políticas que no favorecen la acogida de estas personas que se ven abocadas a abandonar su tierra para huir de las guerras, el hambre y la miseria. El Papa, mirándole a los ojos le dijo con ese Dulce acento bonaerense “Pues que se lean el Evangelio”

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