lunes, 10 de junio de 2019

TENDIDAS AL SOL




Colaboración en La Nueva Crónica de León.
Columna lunes 10 junio 2019

Son animalitos apasionantes. Tendidos al sol en posición mimética como esos paisanines que sentados en el banco de la plaza del pueblo atisban al personal cacha en mano sin mover un solo músculo. Pero las lagartijas son bastante más escurridizas,  es necesario mantenerse muy quieto para poder observarlas  con serenidad. Y los niños de eso no saben mucho. Una estampa de mi niñez me recuerda aquella vez en que, empeñada en capturar una de aquellas  que cada día veía reptar  nerviosas por el muro, me quedé entre los dedos con un rabillo colgante que no paraba de moverse. Todo el día con el remordimiento de haber acabado con la vida de aquel pequeño invertebrado. Para más inri el mismo día hicimos una excursión a Correcillas y a alguien se le ocurrió el oportuno comentario: “ ¡Vaya curvinas! ¡Han debido soltar la lagartija para hacer la carretera!”  Y entonces a mi calenturienta mente infantil le asaltó de nuevo el fantasma de aquella criatura vilmente asesinada.
Menos mal que alguien me explicó que la cola se regenera y que esto no es sino un mecanismo de conservación. Cuando los enemigos las capturan pierden con facilidad la cola y el adversario queda tan ensimismado mirando cómo  se mueve que al no saber a qué atenerse, ellas aprovechan el despiste del enemigo  para escabullirse  tan airosas como aliviadas de una muerte segura.
Pero últimamente apenas se las ve corretear  por nuestros  muros y tapias. Debe ser que por eso las han incluido, al menos a la autóctona leonesa, en el  Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. La lagartija autóctona leonesa, con el ilustre y noble sobrenombre de Iberolacerta Galani, se localiza en la zona de La Cabrera y en algunas del Bierzo, siempre en áreas rocosas. De costumbres diurnas y muy dada a los baños de sol. 
Claro que  comparada con la de mi pueblo,  la que van a proteger  es como más exótica porque tiene la pancina verde.  Un  color que curiosamente va ganando  terreno al negro a medida que el ejemplar se va haciendo mayor en edad y estatura. Y es que la del Torío es la lagartija ibérica o Podarcis hispanicus, por eso a lo mejor todavía no la han debido  proteger,  por lo que la tocará esperar a la larga  cola vibrante  de asuntos a tratar tales  como: la agonía de un tren que no se acaba de recuperar pese a  dar vida a los valles tanto para los habitantes como para los turistas que se asoman a conocer los atractivos de la zona, la dolorosa desaparición de la minería, tradicional motor económico de la zona sin haber aparecido alternativas realistas y contundentes, la despoblación   debida al exilio de una juventud con falta de expectativas ,  la carencia de  planes integrales y con dotaciones económicas bien gestionadas y supervisadas, la merma de niños que está provocando cierres de colegios o agrupamientos complejos para estudiantes y docentes.
 Confiemos en la capacidad de regeneración de las gentes, la honestidad de los políticos que acaban de acoger el bastón de mando, la garra de los que permanecen enraizados a la tierra rural frente a todo y los que seguimos, todo lo cerca que podemos, las desdichas de nuestros pueblos con preocupación y ocupación. 
Nada de quedarse, como las lagartijas, tendidas  al sol.

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