viernes, 6 de octubre de 2017

UNA DE NO, POR FAVOR.




Santa María Magdalena, San Agustín, San Francisco de Asís cuya festividad celebrábamos ayer. Todos tuvieron en común una cosa:
  la adversidad. 
Fueron probados en contextos de situaciones límite. La vergüenza por un oficio muy poco respetable en el caso de la prostituta de Magdala, el hastío tras una frenética búsqueda como le sucedió al santo de Tagaste o las secuelas de la enfermedad tras combatir en una cruenta guerra que estuvo a punto de acabar con la vida del fundador de  la Orden franciscana. Todos ellos atravesaron difíciles pruebas que les hicieron recapacitar sobre la necesidad de un cambio de vida poniendo los ojos en su Creador.

A veces, cuando les observo dentro del aula pienso en la facilidad con que nuestro alumnado consigue todo cuanto desea. Con tan sólo un chasquido de dedos sus deseo se convierten en órdenes para los padres helicópteros que sobrevolamos sobre sus cabecitas para acudir presurosos a socorrer sus caprichos y vanidades. No es extraño que luego entornen los ojos cuando escuchan la palabra sacrificio como si de un vocablo desconocido se tratase.
En cierta ocasión lei que nuestros hijos deberían escuchar al menos un no. Es la mejor manera de desarrollar su tolerancia a la frustración. 

Y si se frustran alguna vez tampoco es una tragedia.

A menudo es en condiciones más adversas donde se fragua la reciedumbre que prepara los mejores frutos. Y si no que se lo pregunten a cualquiera de esos gigantes espirituales con los que comenzábamos a asomarnos a la ventana de hoy. Por eso...¡una de no por favor!

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