viernes, 11 de octubre de 2019

PARADOJAS






Viendo cómo crecen las cifras de suicido entre la población, especialmente adolescente, parece paradójico que andemos  a vueltas con una ley de muerte digna y suicido asistido. Bastante agitado tenemos  el panorama afectivo para que encima le abramos    de par en par las puertas a la muerte. 



Sorprende oír hablar a los chicos en las aulas sobre el poco apego que parecen tenerle a la vida. Alguno confiesa que le da igual estar que no estar. Hemos hablado hace bien poco de la eutanasia y lo que la ley llama de manera eufemística, muerte digna.
 A pesar de que se suelen mezclar varios conceptos al hablar de muerte digna, la eutanasia y el suicidio asistido son, en realidad, dos realidades muy distintas. En el suicidio asistido es la propia persona afectada por una enfermedad incurable la que realiza la acción para terminar con su vida y, para ello, se proporciona ayuda a esta persona para conseguir dicho fin. En la eutanasia activa, la persona que busca el fin de su vida por sufrir una enfermedad incurable solicita a otras que realicen dicho acto.

En la actualidad, los únicos países del mundo en los que la eutanasia activa es legal son Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia. En el caso  del  suicidio asistido es legal en Suiza, Alemania, Holanda y algunos estados de Estados Unidos. 

Por otro lado, acaba de aprobarse un plan nacional de prevención contra el suicidio. Las autoridades sanitarias    se han  percatado de que "el suicidio y la tentativa de suicidio constituyen  un  alarmante problema  de salud pública en todo el mundo, especialmente entre la población más joven". Parece que la vida entonces  está siendo vista como  un valor valioso y preservable  aún cuando  el ambiente no contribuya significativamente a ensalzar su supremacía frente al resto de derechos.¿ No es un contrasentido proteger por un lado un derecho y cercenarlo por otro? ¿O es que la vida de un joven es más valiosa que la de un anciano o anciana?

Ciertamente la dignidad que le es inherente a la condición  de hombre y  mujer   exige un completo respeto a la libertad,  pero entre  los dos bienes jurídicos en juego  esto es:  la libertad de decisión y el derecho a la vida, está claro que la balanza debe inclinarse hacia el segundo. El Derecho debe proteger siempre al más débil, que es el que sufre postrado en una cama deseando sobre todo dejar de sentir dolor. Nadie quiere morirse cuando la vida le sonríe.  Lo que huimos es del dolor. Por qué entonces  no enfocamos nuestros esfuerzos en mitigar ese dolor en lugar de sesgar una vida a la que sólo Dios , autor de la vida y supremo legislador,  puede darle un destino final?

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