viernes, 4 de octubre de 2019

BUSCANDO LA FELICIDAD


BUSCANDO LA FELICIDAD.
Por Marta Redondo.
La Nueva Crónica.
5 de octubre 

La búsqueda de la felicidad parece un tema manido. Proliferan en los estantes de las librerías las recetas que ofrecen en formatos de píldoras literarias, bajo la más variopinta apariencia, fórmulas magistrales que garantizarán alcanzar el status de la dicha y el sumo bienestar.
Por un lado están los defensores del estilo de vida slow life, una suerte de ralentizacion del ritmo diario que garantiza un  nirvana. Aconseja transitar  a cámara lenta y enfrentarse  a las adversidades sin acritudes ni destemplanzas.

Otra de las propuestas centra su acento en la atención plena. Que nada escape a nuestra capacidad de asombro. Abstráigase en la magia del momento con la plena consciencia del que mira todo a su alrededor con la lente virgen del reciente despertar. El mindfulness focaliza los sentidos en la acción presente.  Predica que es posible encontrar  la plena dicha en la contemplación de los instantes procurando que la mente se despoje de cualquier distracción que pretenda alejarla de la plena consciencia del momento. Filosofía oriental que sin duda tanto tiene que enseñarnos.

El currículo de la materia que imparto en Secundaria exigía en tercero de la ESO esta semana afrontar la cuestión en el aula . Les propuse que elaboraran de manera individual una lista con las cinco cosas que más felices les hacen. Las respuestas fueron de lo más variopintas: los amigos, la fiesta, el “fortnite”, las motos, mis perros, bailar, el mancebo o manceba que en la actualidad acompaña mis días. Echaba yo de menos, con cierta preocupación , la alusión  a cierto referente que la Fundación SM ha recogido en su Informe “Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017)”, una mención que la fundación presenta como el referente vital más importante para el 97% de los jóvenes: la familia.

Afortunadamente un muchacho con cierto aire altivo y rostro níveo alzó airoso su brazo pidiendo el uso de la palabra.


“Profe, ¿puedo decir lo mío?

Pues claro hijo, estamos deseando escucharte.

A mi en realidad lo que me hace feliz es que mis padres estén bien.”


Desconozco el motivo por el que el muchacho desafiante del fondo decidió compartir tan íntimo anhelo con el resto de sus compañeros y la profesora que suscribe, pero confieso que tan valiosa aportación me hizo caer en la cuenta de que entre las apuestas que porfían por darnos la solución a la cuestión de la felicidad falta el referente al otro.

 Se centran demasiado en el propio ombligo. Y el ombligo no deja de ser una cicatriz que antes estuvo cubierta  por un cordón umbilical de pura dependencia materna.

3 comentarios:

  1. Gracias Marta, por recordarnos este imprescindible referente al otro. Con tantos caminos para buscar la felicidad a veces se nos olvida lo más importante, y es que pasa por los demás. Incluso los monjes contemplativos de la Trapa, me demostraron que en sus rezos y aislamiento del mundo y lo mundano, conocen muy bien los problemas y las inquietudes de las personas, y están muy presentes en sus oraciones. Al igual que no hay Amor sin el otro, seguramente no exista felicidad sostenible sin el de enfrente, incluso hasta el que está enfrente enfrente, como enemigo, ese que los métodos basados en la eliminación de personas tóxicas quieren eliminar!!! (quizás sólo haya que hacer un cambio de posición....)

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  2. Rica y certera perspectiva de todos los factores que contribuyen a hacernos felices. Buena referencia a esos monjes contemplativos que son auténtico oxígeno exhalado a la atmósfera, conocedores de almas en su quietud orante que sin duda les da una profundidad que el resto de los mortales no tenemos. El Amor pasa por los demás sin duda. Y esa manera de ver a los que menos nos quieren...muy de Cristo. Un placer leerte Raúl y una inmensa suerte que, de vez en cuando te asomes a esta ventanita.

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