No soy digna de ti.
ni de nadie.
Como el Bautista
con la correa del zapato del maestro.
Quemándole entre las manos.
Pequeña y mezquina,
gusano de manzana podrida
que emponzoña
y revienta corazones
tiernos.
Irrumpí e hice noche
que se enredó en su pelo.
Que se quede ahí
y que lo corten.
Cuando crezca
y tengan que suturar
una de las tres heridas,
que no es la de la vida
ni la de la muerte.
No soy digna de su Amor.
Ni de su perdón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario