viernes, 4 de enero de 2019

EL PESEBRE DE LA ROBLA


   

El pasado domingo 30 de diciembre celebrábamos en la Iglesia Parroquial de San Roque en la Robla la jornada de la Sagrada Familia. Fue una celebración entrañable preparada con esmero por los feligreses y  su párroco D. Juan Jesús Fernández. Al entrar en el templo nos vimos  sorprendidos por un portal de Belén concienzudamente construido con madera situado a uno de los lados del altar.. Una estructura a tamaño real  que albergaba a una familia viviente representando a  la Sagrada Familia de Nazaret. En brazos de María, un hermoso y rollizo bebé,  representaba dignamente a Nuestro Salvador. Y junto  a ellos un nutrido enjambre de pequeños y coloridos pastores completaba la escena en torno al altar en el que celebramos el sacrificio eucarístico.   Emulaban así los roblanos a San Francisco  de Asís hace muchos años, allá por 1223 en Greccio, Italia, cuando una Nochebuena quiso sorprender a los habitantes del pueblo. Un amigo de Francisco era propietario de un bosque en las montañas.  En él había una gruta que a Francisco se le parecía mucho a la cueva donde nació Jesús y que él había conocido  en su viaje a Tierra Santa.    Francisco  le propuso a su amigo la  idea de hacer allí un pesebre viviente  y juntos lo prepararon todo, secretamente, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo.    Entre ellos,  eligieron  algunas personas para que  representaran a María, a José,
 y a los pastores haciéndoles prometer   no decir nada hasta Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. ¡Hasta consiguieron, como nuestros amigos roblanos, un hermoso bebé para que representara a Jesús!       En Nochebuena, cuando todas las familias estaban reunidas en sus hogares, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas…  ¡Tocaban y tocaban volteando con ligereza celeste!!… Nadie sabía qué estaba pasando…aquel tipo de toque nunca antes había sido escuchado.    Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas. Entonces divisaron  a Francisco haciéndoles señales desde la montaña para que subieran.   Alumbrándose con antorchas, en medio de la fría y oscura noche, se dirigieron al lugar indicado, y) cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas.. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años, y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José no se cansaban de admirar al niño recién nacido, los pastores embelesados y…seguro que echáis de menos a alguien en esta escena. 
Los Reyes Magos.

Que no cunda el pánico, en un par de días les tenemos aquí. 

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