jueves, 1 de noviembre de 2018

EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN


Francesc Boix, el auténtico héroe, fotógrafo de Mauthausen




    Sobrecogedora historia basada en hechos reales donde todos los ingredientes de la cuestión nazi son perfectamente reflejados. Desde los horrores vividos en los campos de concentración- en este caso Mauthasen- donde los prisioneros eran considerados animales a los que explotar y dar caza, o relegados a protagonizar experimentos médicos dignos de la más diabólica de las mentes hasta la reflexión sobre la banalización del mal que la célebre filósofa Anna Arendt nominalizaba como la complicidad del mal encarnada en el manido dicho de “yo solo cumplía órdenes”. En ese sentido hay una escena sobrecogedora en la que el cruel oficial Ziereis que regenta el campo con ocasión del décimo cumpleaños de su hijo le regala un arma y se dedica a enseñarle a usarla en el transcurso del cumpleaños practicando con blancos humanos. “No son personas, son monos” sentencia con frialdad espeluznante ante el asombro de los asistentes y las lágrimas de sus pequeño vástago rubio al que ha obligado a apretar el gatillo sobre un camarero que habían sacado el campo de concentración con ocasión del evento.

   El film es narrado con maestría y  cuidadoso esmero en toda la dirección artística (primorosa fotografía, escogido atrezzo, magnífica labor de script) así como en la realización (acertados movimientos de cámara donde abundan los planos detalles, primerísimos primeros planos, picados y contra picados). La cámara narra concienzudamente estados de ánimo y perfila con maestría los planos psicológicos de los personajes. Impresionante la escena en la que se produce un paralelismo entre el zapateado de un cómico español que está representando una función teatral junto a sus compañeros para entretener a los nazis y el pateo que el oficial polaco encargado de la vigilancia propicia a uno de esos cómicos tras haberle arrojado por la escalera de la muerte de la que se dice en la película que cada peldaño está regado con sangre española.


  La trama gira en torno a Francesc Boix, un preso español que aprovechando la circunstancia de su trabajo en el campo como fotógrafo arriesga su vida al planear la evasión de unos negativos que
demostrarán al mundo las atrocidades cometidas por los nazis en este campo de concentración austriaco. Miles de negativos que son ingeniosamente hurtados para mostrarle al mundo este holocausto de muerte y crueldad. Estas fotografías que Boix y sus compañeros lograron salvar fueron

 determinantes para condenar a altos cargos nazis durante los juicios de Nüremberg en 1946. Boix fue el único español que asistió como testigo.
   Al final de la película se suceden las  fotografías del héroe español y el espectador descubre que hay varios planos que han imitado al detalle tales fotografías en la ética y la estética. 
Mar Targarona, directora y productora del filme ha sabido también reflejar la cuestión femenina al abordar la prostitución en el campo, aspecto bastante desconocido. Un detalle que los oficiales de las SS del campo querían tener para favorecer a algunos de los presos más colaboradores. A cambio de los servicios  que los presos les hacían los nazis les ofrecían un rato de asueto en brazos de mujeres que eran sus propias compatriotas.  “Yo sólo soy una anarquista borracha” dice una de las desafortunadas mientras Boix se afana en vano por encontrar alivio en sus brazos. En relación con este tema hay un plano final en el que dos prostitutas- una de las cuales había colaborado en el ocultamiento y posterior salida de los negativos- están tumbadas en la hierba esperando su destino tras la liberación del campo. Sobrecoge y admira el aspecto de indefensión y desarraigo que las actrices han sabido plasmar en la caracterización de sus personajes.
   Un aspecto interesante del film también es sin duda el tratamiento de La Luz y la fotografía como no podría ser menos ya que este es el tema central de la Trama. Predominan  atmósferas blancas y grises.


    El único inconveniente en mí opinión ha sido el tratamiento que Mario Casas- que encarna el papel protagonista- ha hecho de Boix. Le presenta como un hombre con pocas variaciones en el carácter, excesivamente flemático  y plano. Le falta dramatismo. En algunos momentos como cuando se relaciona con el  niño que llega al principio de la película al campo y en torno al cual también gira el hilo argumental, Casas adopta un perfil paternalista un tanto postizo.
Hay un momento de climax en la película cuando se obliga a los presos españoles a procesiona ante el cadaver de un hombre al que se ha ahorcado por intentar escaparse. Con ello los oficiales de las  SS pretenden convertir el castigo en ejemplarizante. La cámara se recrea en cada una de las caras, parece querernos decir. ¿Cómo es posible que cientos de miles, millones de personas estuvieran muriendo en el corazón de la propia Europa y nadie supiera Nada? ¿O es que todos estaban mirando hacia otro lado? La historia no es en absoluta  nueva.


El avestruz y el ser humano tienen en común  mucho más de lo que parece. Para muestra basta mirar el  cementerio de seres humanos errantes que alberga ese legendario mar que se extiende a los pies de nuestra península.
Recomendable pues. Se ha conseguido un producto digno que puede asegurar tertulias de enjundia al calor de un aromático  café.


El cine español una vez más nos sorprende positivamente rescatando la figura de un héroe que con las lentes de su cámara contribuyó a dar a conocer una triste verdad.


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