sábado, 17 de noviembre de 2018

SED DE ETERNIDAD


    El mes de noviembre siempre viene emanando cierto aire lúgubre con sus recuerdos de los seres queridos. Aquellos  que dejamos atrás  pero regresan en  vívidos recuerdos. Resucitan devolviéndonos instantes perdidos,  reviviendo presencias que se tornaron en ausencias. Es un mes de pausas y remolinos , como las  hojas que se amontonan en los recodos de los caminos del mismo modo que las añoranzas arremolinadas en el desván de nuestros duelos despiertan para revolver  nuestros pensamientos. En este mes supuran de nuevo  las heridas que inesperadas partidas dejaron  sin evacuar algunas dudas junto a varios remordimientos por cosas que quedaron inconclusas. A veces también aparece la rabia por haber defraudado las expectativas de aquellos que se fueron. Pero es  también tiempo de esperanza y consuelo cuando acertamos elegir el cauce correcto para drenar nuestra pena.
     Es un tiempo en que emanan por doquier remembranzas y vienen a nuestra  mente  aquellas  palabras que finaron  aser pronunciadas.  Quizá las pronunciamos tarde al pie de la sepultura, como el arrepentimiento que salvó a D Juan Tenorio de las garras del infierno. Al pie de la sepultura de una Inés nívea cuya pureza pudo vencer al mismo principe de los infiernos. La joven novicia fue la intercesora  para que Dios en su infinita misericordia del célebre galán sevillano permitiera  que D Juan se librara del averno en el purgatorio hasta hacer los méritos suficientes para ganar el cielo.
Pero noviembre también es tiempo de alegrías de la mano de la hermosa Virgen Cecilia, cuya festividad, el 22 de noviembre, coincide con el día de la música. ¡Qué nula sería la vida sin escuchar  el rasgar de las cuerdas de una guitarra, las notas perdidas de aquel preludio de Chopin  o la dulce melodía salida de los labios de una joven que como  esa canción que la joven cantaora catalana Rosalía ha puesto de moda versionando la célebre poesía del místico San Juan De la Cruz! ¡Que bien se yo la fuente que mana  y corre aunque es de noche!
Esa fuente cuyas aguas son las únicas  que podrán calmar cualquier sed de eternidad.

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