sábado, 7 de junio de 2014

Juicio en el aula




"A ti te gustaría entonces la canción de mi mono Amedio y yo"

En ese momento no pude aguantarme más. La sangre me hervía desde hace un rato. Soy incapaz de mantener la asepsia en este tema. Lo siento. Lo intento con todas mis fuerzas en aras a mantenerme en esos límites de tolerancia, respeto, fraternidad, alianza de civilizaciones...bla, bla, bla. Los que esgrimen esos términos como banderas insoslayables son los primeros que no respetan al que piensa diferente.
Tachan a los que defendemos la vida de frikis, rancios, fachas, clericales, intolerantes, desfasados, machistas y demás lindezas. Piensan que vivimos en los mundos de yuppie y que no conocemos la verdad...su verdad. Nos juzgan mientras nosotros intentamos mantener la sonrisa serena convencidos de estar defendiendo lo justo y no se trata solamente de cuestiones religiosas. Aunque fuera atea recalcitrante pensaría exactamente lo mismo. Defender la vida del gestante no es cuestión de credos, sino de la más elemental justicia. Vivmos en una sociedad donde hay que defender a todos: incluidos a los más débiles, los que no tiene voz, los discapacitados, ancianos, marginados, niños, mujeres maltratadas...

A mi me enseñaron que justicia es dar a CADA UNO LO SUYO y creo que lo más elemental a lo que uno puede aspirar es a que respeten su propia vida.

Estábamos en clase. La actividad consistía en la celebración de un juicio. El supuesto de hecho sobre el que los alumnos litigaban giraba en torno a la historia de Sonia, una adolescente de 16 años que se había quedado embarazada a consecuencia de una violación. Lo que se iba a decidir era si Sonia debía o no abortar (importante matiz, otros simplemente  hablarían del derecho a decidir sin nombrar para nada al pequeño inquilino que Sonia llevaba en su barriga, qué mas da, como ese no hace ruido no cuenta) Era importante. La actividad contaba para nota final así que los chicos se habían esforzado. Teníamos jueza, fiscal y abogado defensor. Y hasta jurado por aquello de que el sistema judicial español también lo permite. El alumno que representaba al Ministerio Fiscal se traía muy bien preparados sus argumentos(el Fiscal es el que aplica la ley, por lo tanto y a la vista de la legislación vigente defendía la opción del aborto) : "¡La mujer tiene derecho a autogestionar su propio cuerpo""No se puede constreñir el rol de la mujer al mero papel de ser madre" "Es una conquista de la mujer".(valiente conquista, a costa de vidas de seres humanos)
El abogado defensor (defensor de la vida del no nacido) titubeaba en medio de un grupo que - sabía - estaba en pleno posicionado en su contra.Sus argumentos eran: " ¡Es un ser humano!" "¡No tiene la culpa de que su padre haya sido un violador!""Ninguna madre se arrepiente de haber traído a su hijo al mundo". Éste abogado era continuamente interrumpido por un auditorio jocoso que sin embargo vitoreaba las agudezas dialécticas del fiscal pro-aborto. Yo asistía a la dramatización dramáticamente impotente conocedora de que debía ser árbitro y no parte...pero no pude. Cuando el fiscal sacó al monito Amedio, célebre personaje de la serie Marco para ridiculizar a su compañero defensor tildándole de ingenuo y estúpido tuve que saltar en su defensa...dolida pensando en la tristeza que supone ver a jóvenes empeñados en defender una opción de muerte...porque eso es lo que es el aborto...lo miremos por donde lo miremos...la muerte de un ser humano, pequeño e indefenso que perece en el seno de la persona que debería cuidarlo y protegerlo. No olvidemos que el aborto siempre se ha considerado un homicidio y que el nasciturus siempre ha sido objeto de protección por parte del derecho ¿ha cambiado en algo eso?¿o es que le ser humano ahora resulta que es menos humano?

¿Cómo no reaccionar frente a eso?¿Cómo no defender a los que no pueden defenderse?¿Cómo no acudir en auxilio de un alumno al que ridiculizaban por pensar diferente?. Rebatí con vehemencia sus argumentos, no por triunfar dialécticamente bien lo sabe Dios, tan sólo para defender la verdad con pleno convencimiento de que es lo correcto.

Salí triste pensando en todo ello. Reflexionaba en lo triste que es también para una madre perder a su hijo...

y entonces pensé de nuevo en que a mi también me gusta la canción de mi mono Amedio y yo. Y en que merece la pena  aun cuando la corriente sea tan fuerte

Marco buscaba a su madre...y la recuperó. Ojalá siempre pasara eso y todos los hijos pudieran abrazar a sus madres. 

Me gustan los finales felices...¿Qué tiene eso de malo? 

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