Belleza. Quiero captarte en esos instantes para apropiarme de un poco de eternidad...
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Benedicto fue contundente: “es en España donde se juega la batalla decisiva entre fe y razón”. Diosmío, ¿en qué siglo vivimos?, ¿todavía se está jugando esa batalla y yo sin enterarme?
ResponderEliminarCada año disminuyen las bodas religiosas y hay menos bautizos y comuniones que nunca. La media de edad en las iglesias debe rondar los sesenta años. Vivimos en un Estado aconfesional, con algunas contradicciones, es verdad, pero cuánta gente se pone a mirar la televisión un domingo a las diez de la mañana para ver a Rouco Varela dando misa desde La Almudena.
Sin embargo Benedicto ha dicho que se está jugando una batalla, así que me esfuerzo y pongo más atención: en efecto, parece ser que este año ha crecido de manera significativa la demanda de los números 61110 y 71110 (que coinciden con la fecha de su visita) para el sorteo de Navidad. También últimamente se ha dado el caso de universidades que han acogido congresos de astrología, y catedráticos multados por llamar estafadores a los videntes. Las páginas de horóscopos o los anuncios de gabinetes de futurología y manejos esotéricos siguen apareciendo no solo en las revistas del corazón sino en muchos periódicos serios. De algún modo es verdad, la razón no lo tiene todo ganado.
No obstante el Papa agita la bandera de un enfrentamiento que ya se libró hace siglos, porque lo que tenemos delante es el paisaje después de la batalla. Él mismo habla desde la lógica cuando dice eso. Y es que es desde la razón, no desde la fe, desde donde Ratzinger defiende los privilegios y los intereses económicos de un Estado que es el Vaticano. Desde su razón, sí, su razón de Estado.
Amiga Begoña, gracias por tu contribución al blog. No creo que al Papa a sus 83 años le queden muchas ganas de defender privilegios económicos para un Estado tan ínfimo como el Vaticano. Ciertamente al hombre no le basta con la razón humana, se le queda un tanto pequeña al toparse de bruces con una infranqueble muralla que le impide ir más allá: su sed de eternidad. Eso es lo que le lleva a buscar soluciones en campos como la astrología y las Ciencias ocultas. Búsquedas estériles más allá de la Razón que lleva escrita en el corazón y que ha sido impresa por su Creador: el Dios del Amor.
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