sábado, 28 de noviembre de 2009

Nunca fallan


Los conventos nunca fallan. Hemos visitado un enorme jardín repleto de exuberantes árboles y flores que exhalan su delicado perfume a la atmósfera de nuestra Iglesia, rebosante de pájaros cuyas deliciosas melodías acarician los oídos de Dios. En Soria, escondidas entre los muros de una sobria Iglesia románica de Santo Domingo, descubrimos este pasado jueves un pequeño y maravilloso milagro. La Comunidad de las Hermanas Pobres, Comunidad de Clarisas, que quisieron recibir a un grupo de estudiantes de religión y profesores de Medina del Campo e Íscar. Las hermanas fueron desgranando sus historias entre sonrisas y miradas repletas de amor. Caras jóvenes y almas vírgenes, ojos azules y dientes como perlas, entregadas al Señor, repletas del gozo de saberse elegidas. Arrastraban con la fuerza del Espíritu Santo. En sus cantos se palpaba a Dios. Los chicos las miraban admirados y un tanto sobrecogidos ante el misterio que estaba irrumpiendo en sus vidas quizás preguntándose ante las rejas del claustro quién estaba realmente preso. Al final las notas de la guitarra acompañadas de las acariciadoras voces de las hermanas alabando al Señor nos elevaron a todos un poquito el alma. ¡Qué bien se vive al lado de Dios!...
Al final nos regalaron varios libros y dos bolsas repletas de dulces, pobres regalando a manos llenas
Por cierto recalamos en Soria para visitar las Edades del Hombre, pero creo que la mayoría recordará el viaje por otro motivo...

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