lunes, 12 de agosto de 2019

GENTE GRISÚ




Gente grisú.

Por Marta Redondo.

Publicado en La Nueva Crónica el sábado 10 de agosto.

Cálida era la noche. Paseábamos entre acacias embaucadoras. Una pareja de encantadoras damas sonrientes nos salió al encuentro. Preguntaron por la marcha de los   ensayos de nuestro  coro. Sabían que preparamos   una velada cultural para las  fiestas locales.
 Yo conteste ingenuamente:  “Bien vamos, pero una se nos resiste “ . 
Entornando codiciosamente la mirada una de ellas preguntó:   ¿ah si? Y…¿quién?
Pero ante mi  inesperada respuesta  de que la de la resistencia  no era una cantante sino una canción, la interpeladora se quedó como con hambre. Fin del salseo.
El tedio veraniego es lo que tiene. Motiva elucubraciones y murmuraciones varias para  estar al día. Y el sopor estival estimula la necesidad de recibir  aires nuevos. Aires que suponen una  mezcla de gases de muy diversa índole entre los que se encuentra  el temido grisú. Juan  Carlos Lorenzana lo describe  en sus  deliciososRelatos mineros comogas “tan invisible como dañino. Esa mezcla de metano y oxígeno que, como es su siniestra costumbre, se convertía en el invitado inesperado, feroz y no deseado”.
 Existe la  gente grisú que  aterriza sibilinamente en  vidas ajenas con aires antropófagos.  Desplaza  oxígeno y devora  libertades. Son jefes axfisiantes, vecinos implacables, amigos posesivos, parejas celosas, padres hiperprotectores. Cortan caminos y cercenan iniciativas. Truncan sueños con lapidarios malos augurios. Se burlan de cualquier iniciativa que no concuerde con sus rectos y atinados diseños. 
Cierto es que cumplen un inestimable  papel en materia  policial y de orden del mismo modo que el grisú realiza  su función de ser  fuente de energía.   Pero será cuestión del damnificado valorar los pros y contras de la presencia,  en su entorno más próximo,   de estos agentes asfixiantes  y tóxicos. 
  Los  mineros detectan   este gas  gracias a    ingenios como lámparas de llama. Cuando éstas pierden fuerza o se apagan enemigo al acecho. Habrá que revisar  la propia luz para evitar apagones provocados por esa  gente que mina.
 Asimismo hay  equipos de autorrescate tales como colocarse una máscara que permita  respirar durante 30 minutos alejándose de cenizos aguafiestas.
Así que no faltan recursos  para preservarse de los personajes grisú. Y tenemos  la ventilación y apertura de ventanas. Dejar que entre la luz de la luna de agosto y de esas estrellas  lacrimosas que por ser  San Lorenzo, si las gaseosas nubes no hacen acto de presencia,  divinizarán el cielo.

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