Navaja de plata surcaba su cara
tizones oscuros
brillo celeste
duerme la nieve
sobre los campos en guerra
de una Ucrania herida.
Y el padre perdido
no sabe que la niña
y su madre
languidecen desnudas,
desamparadas
en el desierto frío
hoy yermo de los arcos
dormidos.
Donde se pierden los caminos
de los desajustados desarraigados
desvencijados, deshilachados, tras la herida
del hombre que no conoce de treguas.
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