viernes, 3 de febrero de 2017

POR UN PUÑADO DE MUJERES

El sol entraba por la ventana iluminando aquellos quince rostros femeninos. La gravedad de sus expresiones hablaba de estar entre asuntos de trascendencia. El bic azul volaba sobre el folio hilvanando sueños.

Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban con corazón de muerte. Mujeres católicas, llamadas por Jesucristo a dar testimonio amor por la familia humana, no podemos resignarnos al hecho de que la mitad de la humanidad sufra hambre. No queremos que se den soluciones perezosas y criminales a este trágico problema. La tarea es gigante, pero el desarrollo tecnológico puede ser nuestro aliado. Un solo obstáculo en la lucha contra el hambre será insuperable: creer que la victoria no es posible. Por eso hoy declaramos la guerra contra el hambre.

Tras este vibrante manifiesto se estaba gestando la organización misionera más conocida de la iglesia española en el mundo. Al igual que Maria en aquellas bodas de Caná un puñado de mujeres sensibles miraba al cielo, esta vez para pedir pan.

Era un luminoso día de febrero del año 1959. Había nacido Manos Unidas.
Hoy  presente en mas de 60 países con casi 30.000



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