viernes, 27 de enero de 2017

RESPIRANDO UN MISMO AIRE


.- Pero tío, si es muy fácil de entender. Tu el aire no lo ves ¿no?. Pues a Dios tampoco, y sin embargo si no pudieras respirar la palmarías, pues sin Dios no se puede vivir chacho.

Eran las 12 de la mañana. Estábamos en un aula habilitada para acoger a los alumnos expulsados. Como profesora de guardia custodiaba a aquellos  dos díscolos  que conversaban sobre lo humano y lo divino, Uno se confesaba ateo, el otro cristiano evangélico practicante. El segundo trataba de convencer al primero de la existencia de Dios.
He conocido a algunos profesores de Religión Evangélica con los que he mantenido conversaciones muy interesantes en torno a multitud de cuestiones sobre moral, educación, política, interpretación de la Biblia, y es sorprendente los puntos de conexión que he encontrado en nuestra manera de ver la vida así como en la interpretación de la realidad. El otro día recordé esa afinidad que este año en particular he sentido por mi compañera de Evangélica. Estábamos viendo en clase de 2º una escena de una película que suelo trabajar todos los años: El Gran Torino. Trata de un anciano de orígen polaco que por haber luchado en la guerra de Corea siente aversiòn hacia los asiáticos, pero cuando un grupo de ellos llega a su barrio y se convierten en vecinos la convivencia torna ese resentimiento en cariño. En una escena el viejo reflexiona sobre ese cambio que ha sufrido.

 ¡Carai, -exclama - tengo más en común con estos amarillos que con mi propia familia!,

 Y he pensado en las conversaciones en la máquina de café con mi compañera de Evangélica Vicky. Y también en las tertulias que he mantenido con hermanos católicos a veces a la salida de misa. Ciertamente Vicky es una persona muy profunda.

Así que espero que la apertura de ese Templo Evangélico haga mucho bien y acerque muchas almas a ese Dios del que Jhonatan decía que es como el aire que respiramos, Cuando me inviten a visitarlo  seguramente disfrute mucho. Al fin y al cabo todo queda en casa, en esa casa de la que  Cristo dijo,  "en mi casa hay muchas estancias". Ojalá sea posible que todos coincidamos en el Salón de esa gran mansión

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