jueves, 15 de septiembre de 2016

ESTAMPAS MINERAS



                                                   Coro de la Estación de Matallana

    Entre la esperanza y la nostalgia se debaten los deseos de las gentes de estas cuencas que sueñan con un pasado glorioso.
   El verano ha sido bruscamente arrasado por un inusitado otoño invernal que ha acampado por sorpresa en el viejo Reino Leonés en el día de hoy. Y con los vientos y lluvias llega la nostalgia de un verano que ha sido intenso en acontecimientos y calores. Y un verano que se precie no lo es sin que mi familia y yo pasemos  unos días en uno de los pueblos que conforman el Municipio de Matallana de Torío, pueblos mineros que deben sus raíces y orígenes a la industria del carbón.
   Aún recuerdo de mis años de infancia el cargue que había enfrente de casa repleto de montañas de carbón de hulla que los mineros de "La Vasco" arrancaban a las entrañas de la tierra con no pocos sudores y más de un disgusto. Desde allí el carbón era transportado a Bilbao para alimentar aquellos altos hornos que hoy suenan a leyenda. Eran años de bonanza donde el dinero corría a raudales, los negocios de todo tipo y en especial los de hostelería prosperaban en la zona, y las terrazas veraniegas bullían en animadas conversaciones y risas. Días de vino y rosas donde ser minero era una suerte porque estaba asegurado el sustento de la prole. Aunque de vez en cuando las sonrisas se quebraban por la noticia de algún accidente que había truncado esperanzas y proyectos de familias enteras. Era fácil adivinar cual de los chicos que se te acercaba era minero por su inconfundible raya debajo del párpado inferior o por esa tosecilla incipiente signo inequívoco de que la silicosis acechaba. En mi pueblo quien más quien menos tenía relación con la mina: capataces, vigilantes, aprendices, mineros de distintas categorías. Por eso cuando en 2013 se produjo aquel grave accidente que acabó con la vida de seis mineros de la zona la noticia nos afectó profundamente. Pero esa es la gran tragedia del pueblo minero, la misma tierra que devora es la que asegura el sustento para poder disfrutarla y por eso la noticia de que podría remontar la actividad en la mina de "la Corta Pastora" es como encender una luz en medio de las tinieblas. Esperemos que no sea una más de esas cortinas de humo, traidoras como el grisú  que aviva artificialmente nuestras esperanzas.
   Este verano durante un viaje a Polonia visité unas impresionantes minas de sal declaradas Patrimonio Común de la Humanidad por la Unesco, las Minas de Sal Wieliczka, una ingente obra de ingeniería humana de más de 3.5 kilómetros de galería que cuenta incluso con una deliciosa capilla dedicada  a St. Kinga, reina polaca benefactora muy querida por este pueblo devoto. El patrono de los mineros en Polonia es S Clemente, Curiosa coincidencia que el carbón polaco sea el "contrincante" del carbón leonés. Una de las razones por las que el carbón leonés ha sido desplazado es porque importarlo de Polonia resulta más rentable.
   Cada verano durante las fiestas patronales del Barrio de la Estación de Matallana en honor a San Bartolomé, allá por finales de agosto, un grupo de entusiastas aficionados a la música preparamos un pequeño repertorio para homenajear al santo y exaltar el hermoso folklore legionense. Hay un momento único que todos esperamos con emoción contenida. Un instante en que sabemos que el pueblo minero se unirá para cantar. Esperado y vivido con una intensidad de quienes reviven, cantan y recuerdan una gesta. Que Santa Bárbara siga protegiendo a toda la familia minera. 

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