domingo, 4 de septiembre de 2016

EN UN MORIDERO DE CALCUTA







Alisha divisó una silueta borrosa. Los párpados hinchados no le permitían abrir los ojos mucho más.
Le dolía todo el cuerpo aunque eso no era ninguna novedad.
Ya hacía tiempo que no transcurría ni un sólo minuto sin que lepra le diera tregua. Cada vez que intentaba moverse cien dagas parecían clavársele por todas partes. Sólo el pegamento conseguía calmarla. Cuando aspiraba ese olor su cabeza comenzaba a dar vueltas y olvidaba el hambre y el dolor. Fue un niño el que le descubrió el invento un día que compartían juntos esquina en calle Viveka-nanda, una de las más pobres a la vez que transitadas de Calcuta. Inhalar aquello era mucho mejor que cualquier otra cosa para olvidarse de todo: de las palizas, los insultos, las humillaciones. Una vieja leprosa inhalando pegamento, curiosa estampa para un turista de esos que transitan las calles de Calcuta mirando a los pobres como si de objetos de exhibición se tratara. No sabía qué le provocaban más nauseas los dedazos de aquellos babosos que durante tantos años habían machacado su cuerpo sobre el jergón o las miradas bobaliconas de los "guiris" cuando se agachaban para dejarle un descargo para su conciencia. 
¡Cuantas veces los que echaban la limosna habían estado con alguna compañera suya por 2 dólares al día!.
 Pero ella con  30 años y cuajada de marcas era ya anciana por lo que la calle ya no era un lugar para ganar dinero salvo inspirando lástima. 
Aunque Calcuta rebosa de pobres viejos. Y por eso muchos acaban tirados en los vertederos para ser pastos de gusanos y depredadores varios.
De pronto Alisha recordó de nuevo aquel olor repulsivo, la sensación de estar rodeada de podredumbre mientras las ratas mordisqueaban todo a su paso...quiso emitir un grito...
Pero aquella silueta se hizo más diáfana...era una mujer...menuda....sari blanco...orlada con dos franjas azules...sus dedos finos sellaron sus labios...descansa...le dijo...lo necesitas...
Y le acarició la frente con una delicadeza extrema como sólo lo hicieron alguna vez las manos de su madre...

En memoria de la Madre Santa Teresa de Calcuta. Con toda mi admiración.
Ruega por nosotros.

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