La libertad puede oler a estiércol y podredumbre cuando se busca huir de la mugre.
Y la tuya huele a la pesadumbre que vomitaron sobre ti los que te robaron la inocencia.
Arrebatos de locura incontrolada que tatuaron en tu piel la repugnancia de los desahogos animales. ¿Por que vertieron sobre ti la frustración que les golpeó?
Y por eso huyes planeando con los brazos en cruz queriendo sobrevolar la amargura de tu pena mientras dejas escapar risotadas histéricas.
Te acuchillan y acosan toros y perros que buscan restituirte la dignidad que ellos no podrán devolverte. Pobre jilguerillo desplumado. Te rompieron las alas cuando ni siquiera habías comenzado tus ejercicios de vuelo.
He visto ese rosario que pende de tu cuello. La cruz de plástico mordida para encontrar un desahogo ante la plegaria que nadie parece estar escuchando. ¿Sabes que ese rosario brilla en la oscuridad? la misma oscuridad que puebla tus ojos buscando un atisbo de luz que nunca llega, el amanecer que coloree tu paisaje sombrío.
Y aun así una inexplicable dulzura se desprende en tu mirada clamando por vencer a esa pena que te ahoga y acongoja.
Te llevaron de mañana mientras llorabas y reías clamando entre delirios orates queriendo jurarnos:
¡¡Tengo un alma que espera ser rescatada!!
Clamo contigo sin pronunciar una sola palabra y te pido que sigas viviendo en mis sueños aunque los quiebres con la pena que nos ahoga. Aún así asumo compadecer padeciendo antes que convertirme en estatua de sal mirando hacia el lado equivocado.
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