domingo, 15 de mayo de 2016

BRUNDIBÁR




Terezín era una farsa para tapar los ojos al mundo. Fue concebido por los nazis como escaparate para convencer a los países del entorno de que estar en los campos de concentración no era tan malo. De hecho en este campo se desarrollaba una amplia actividad artística y cultural como la representación de una ópera infantil llamada Brundibar  con música de Hans Krasa, compositor checo.

Esta ópera tiene un texto aparentemente sencillo pero encierra un gran trasfondo: Pepiceck y Aninka son dos niños que pretenden conseguir dinero para comprar leche para curar a su madre enferma. Al no tener con que pagarla deciden conseguir dinero cantando por las calles emulando así a un célebre organillero del entorno  llamado Brundibar, un malvado y tiránico abejorro que pretende ser el dueño de la calle y que ejerce su poder con un abuso despiadado. Al principio los niños no tiene mucho éxito en sus andanzas de artistas callejeros, pero será con la ayuda de otros niños y de tres simpáticos animalitos como consiguen embaucar a los viandantes con una fascinante y embriagadora nana cuya dulzura enternece los corazones de los que les escuchan y que comienzan a echar monedas en el sombrero de los niños.La marcha final, auténtico himno a la libertad emula el famoso coro de Nabuco de Verdi y me hizo recordar la efemérides que hoy celebramos, el quinto aniversario del famoso 15-M.

Hoy se ha representado la ópera en León. Y yo he tenido la suerte de acudir con mi hija al evento.
Acudí muy ilusionada por ver además a un alumno cellista que toca en la Orquesta Juventudes- Musicales-Universidad de León. Un alumno de esos a los que quieres de un modo especial por su nobleza y bondad, alumno durante varios años y con el que comparto entre otras cosas la causa Pro-vida. Curiosa coincidencia hablando de exterminios...

Conocer el fin que tuvo del compositor de la ópera así como de los niños que participaron en las representaciones originales de la misma en el campo de concentración de Terezín me conmovió de manera especial: todos murieron exterminados en diversos campos de exterminio distintos.

Esta ópera ha querido representarse en el viejo reino leonés como llamada de socorro por todos esos niños que padecen los horrores de las guerras caminando sin hogar y con destino incierto hacia una Europa que les cierra las fronteras mientras mira hacia otro lado. Los ojos de este viejo continente parecen estar tapados o cuando menos ciegos con las cataratas de la indiferencia. Sus habitantes somos un fiel reflejo de esta abstenia perpetua que nos tiene narcotizados ante la tragedia.

Al final todo el elenco de artistas salió a saludar al escenario ¡bravo, mi querido Eugenio!

Vuestra música hizo de catalizador y musa para desalambrar, aunque fuera durante unos momentos, nuestras ventanas y atizar nuestras conciencias. Los padres tuvimos que dar muchas explicaciones a nuestros hijos allí presentes lo cual dió pie a la reflexión.

Gracias, mil gracias por encender la esperanza.





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