lunes, 29 de febrero de 2016

UNA LECCIÓN DE ORACIÓN





Un célebre santo dijo una vez que la oración es la "bomba atómica" de los cristianos
Quizás sea una exageración tal aseveración pero lo que si es cierto es que quien  practica la oración con convicción afirma que tiene la virtud de sosegar el espíritu al establecer el hilo directo con Dios.
Una compañera me abordó sutilmente por el pasillo la semana pasada. Con gesto preocupado me pidió ayuda para rezar el rosario. Su cara angustiada reflejaba estar atravesando momentos difíciles. No quise preguntarle el motivo de su desasosiego. Me limité a facilitarle  las instrucciones para rezar esta hermosa oración mariana y le facilité la documentación necesaria para que acudiera a una devoción que he conocido gracias al Papa Francisco: la novena a la Virgen Desatanudos. ¡Cuantos nudos tenemos en nuestra vida que nos impiden ver las cosas con claridad! Hemos querido rezarla juntas pero las complicadas agendas que impone la vida diaria no nos lo han permitido. No obstante me consta que ha empezado a rezar y se siente mucho mejor.Seguro que la Virgen ya está empezando a ocuparse de sus cosas. No falla.
Confieso que cada vez creo más en el poder de la oración. Y pienso a menudo en ese pasaje de la Biblia en el que mientras Moisés mantiene los brazos en alto serán los israelitas los que ganan la batalla. Sin embargo cuando por el cansancio bajan, acuden a sostenérselas Aarón y Hur. Gracias a esto Josué al frente de los suyos logra ganar la batalla. 
Cuando escuchaba esta historia me parecía un poco como de cómic imaginándome la escena y reconozco que me producía cierta hilaridad. Pero con el tiempo cada vez más pienso en ella y he corroborado la gran verdad que encierra. 
Necesito rezar, y veo que los demás también. Se ha convertido en una auténtica necesidad buscar un momento de soledad para recoger el alma y elevar los ojos al cielo buscando la protección amorosa de un Dios que me busca para amarme. Aunque muchas veces sea con el afán egoista de lograr aquietar el alma de los murmullos mundanos que nos agitan ese ejercicio de recogimiento en búsqueda del Absoluto libera de ¡tantas cosas!. Cuantas veces durante el diálogo orante he hallado la solución a un problema enquistado o relativizado algún asunto que había dejado crecer desmesuradamente por obra y gracia de mi imaginación desaforada.
Por eso siempre invito a rezar a otros, y rezo por sus cosas. Las preocupaciones de mis familiares, alumnos y amigos son también las mías. 
Esa lección que hoy has aprendido debes aplicarla todos los días. No sería justo acordarse de Santa Bárbara cuando truena.
La canción que hoy te regalo se llama Santa Lucía, que es la patrona de la vista interpretada por Pavarotti (no siempre voy a recurrir a mi admirado Plácido Domingo).
Y hoy recordaré esos ojos que deben recuperar la vista y contemplar la belleza de un mundo que invita a la oración de gratitud por estar vivos y poder disfrutar de tantas cosas buenas.
¡Que Santa Lucía le conserve la vista!¡Y a ti también!

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