martes, 2 de febrero de 2016

DE CANDELAS Y CANDILEJAS






   Entre candilejas transcurren las horas desgranando pellizcos y caricias. La existencia cotidiana se debate siempre al borde del cataclismo que mendiga una sonrisa que minimice esa angustia que a veces nos asola instantáneamente. Las  sonrisa que nos regalamos tiene el poder taumatúrgico de convertir esos cataclismos en trémulo temblor. Ciertamente al final las cosas, aunque lo parezcan, nunca son tan trágicas como nos las planteamos. Los vaivenes del día a día producen una especie de vértigo que rescata de la rutina pero que a menudo pugnan por vencernos. Hay que luchar contra la sensación de fracaso que puede bloquearnos. Yo a menudo la siento cuando asisto atónita a la sin razón sintiéndome como aquel hombre que anunciaba que la casa estaba en llamas pidiendo ayuda pero al que ignoraban por estar vestido de payaso. Será que debo acentuar menos mi vis cómica.

   Agito histriónicamente los brazos mientras la multitud asiste absorta animada por la puesta en escena



   Lo siento. No lo entiendo. No entiendo esta doble moral que custodia celosamente los rigorismos externos pero se olvida de educar las emociones y la voluntad. Que defiende a ultranza el libre albedrío como icono del progresismo eludiendo términos como la responsabilidad, la educación de la voluntad, el respeto a los ritmos y creencias de cada uno.

  No puedo dejar de agitar el sombrero, las manos y todo mi intelecto aun cuando caiga implacable sobre mis opiniones el sello jocoso de los muchos que no piensan como yo. Me resisto a dejarme adocenar por el pensamiento único. Ese que determina lo políticamente correcto.

  El mundo es ciertamente un gran escenario donde todo es posible. Y donde el guión es cambiado a cada instante ya que es escrito por una mano que no nos apunta a priori los diálogos. Pero no hay un modo único de interpretar un papel como no existe un desenlace previamente conocido. Los actores hemos de ser versátiles y profesionales si queremos defender el papel con dignidad y ser fieles al personaje que hemos elegido y queremos interpretar.

   De lo contrario la película será un fracaso de taquilla. Pero aún así, aun cuando no gocemos del éxito del público nos quedará el consuelo de que tal vez la crítica sepa valorar nuestro esfuerzo y si aún esto tampoco es posible si será posible apoyar la cabeza en la almohada al final del día con la satisfacción del deber cumplido. 

   Entre candilejas nos movemos...por cierto...hoy es el día de las candelas...

  Os dejo con Charlot...él también era payaso...y no por eso menos respetado :-)



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