martes, 5 de enero de 2016

FÁTIMA





Acabamos de regresar de Fátima.
Íbamos a cumplir una promesa y hemos encontrado la paz.
Durante el momento en que colocamos las velas viste que algunas de las que habían ofrecido otras personas se habían apagado antes de consumirse. Y con pena comenzaste pacientemente a encender una por una. Sentías tristeza ante tanta expectativa incumplida de aquellos devotos que ofrecieron sus plegarias.  Lástima de que sus velas fueran apagadas por soplos de aire inoportunos.
Te ayudé a encenderlas.
Algunas se quedaron apagadas. No hubo tiempo para encenderlas todas. Otras se resistían tozudamente a recuperar la luz.
Y pensé en la misión que nos encomendaron de encender aquellas llamas extinguidas, atizar fuegos aún a costa de perder tiempo que necesitamos para otras cosas que considerábamos más importantes.

Todo esto nos quiso transmitir una enseñanza: No aprendemos a priorizar, no sabemos destinar nuestros instantes a lo realmente importante que a veces parece lo más vanal. Quedamos sometidos a la tiranía de relojes imaginarios que cercenan propósitos imprescindibles. Guillotinamos nuestros sueños y deseos infantiles en aras a una madurez adulta que juzgamos más conveniente. Nos dejamos oprimir por la compostura cuando deberíamos de vez en cuando dejarnos mecer por la locura. Amputamos la poesía que surge del alma para dejarnos apabullar por la conveniencia que todos señalan como correcta. Acallamos las voces de nuestra conciencia porque preferimos otros ecos mundanos que nos suenan mejor aun a costa de renunciar a lo que es eterno y no pasa nunca.
No dejamos salir la luz que irradia nuestro corazón.
Ni tan siquiera tenemos tiempo de revisar si es posible volver a encender nuestra mecha.
Pero a lo mejor es encendiendo las llamas de otros cuando volveremos a recobrar nuestra luz.
Acabamos de regresar de Fátima. Nuestra puesta a punto  principios de año deberá ser revisada en breve. Pero de momento el depósito se ha llenado. Ella cuida de todo...como siempre.

2 comentarios:

  1. Que belleza sale de tu pluma! Encender y dejarse encender. Y Ella siempre detras de todo guiando nuestra mano.
    Gracias Marta por tu inmensa luz

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  2. ¡¡Muchas gracias hermanina!!. Yo sólo soy una mera luciérnaga. Irradio la luz que recibo. Me gusta la luz y por eso intento rodearme de personas a las que también les guste como a ti.

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