viernes, 22 de enero de 2016

EL PUENTE DE TRIANA



 
   Varias veces a la semana cruzo el puente en el que se produjo el fatal desenlace.
   Revivo mentalmente la escena que nunca vi pero de la que tanto hablaron. Una mujer a la que acaban de tirotear yace desmadejada y descalza exhalando el último suspiro antes de cambiar de morada.
   Y estos días acudimos expectantes a este carnaval jurídico que se celebra en una Sala de Vistas en medio de flashes y reporteros que buscan la película que les permita subir audiencias o vender periódicos.
  ¡Cómo gustan los culebrones!
  ¡Necesitamos tanto de las verbenas mediáticas para avivar nuestra mortecina existencia!
  Emitimos sentencias y veredictos sin conocer los hechos ni analizar las pruebas. Necesitamos constituirnos en jueces y peritos y jugar a abogados y fiscales.
   Por eso no he dedicado tiempo a ponerme al día.Será mejor que la justicia humana lo haga a la espera de que la divina disponga lo que sea menester en otros lares.
   Sinceramente me importan más otras cosas como el discurrir del río en el que nadan apacibles una bandada de patos. Será el Estado de Derecho el que se ocupará de ese tema con la ayuda del sentido común que esperamos aflore.
Ayer me detuve a observar el hermoso caudal de un río alimentado por las primeras nieves del año. Justo cruzaba precisamente ese puente que el pueblo jocosamente ha bautizado como "el puente de Triana"

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