Érase una vez una niña a la que hirieron por querer cambiar, érase una vez una niña que cambió para que no la hirieran, y hubo otra a la que pegaron para desahogarse, y otra a la que apalearon por resistirse.
Érase una vez una profe a la que rechazaron por enseñar Reli, y otra a la que aislaron por decir cosas políticamente poco correctas.
Érase una joven que se enamoró de una persona equivocada, y otra anciana que jugó a ser joven abarcando más de lo que podía soportar.
Érase un matrimonio que hacía aguas para sostenerse por fidelidad a una hija.
Érase una vez una mujer que recobró la fe de la mano de María, y otro que la perdió de la mano de las malas compañías que le perdieron en una noche del solsticio de invierno.
También podemos contar el cuento de aquella pequeña que quería ser artista aun a costa de aplastar su infancia renegando de los magos de Oriente, o de aquel muchacho que se salvó de las garras gracias a un Apóstol que anduvo fino, una madre tenaz y un profesional que supo estar a tiempo de salvarle.
Érase un Instituto que tenía el nombre de María y otro lleno de chicos con ganas de ser mayores...también había otro del que PODEMOS no hablar.
Pero en medio de toda esa marabunta de historias entrelazadas que componen nuestro cuento de Navidad brilló la esperanza en forma de un regalo divino que bajo la forma de un hermoso bebé quiso venir para prometerme que para todos los protagonistas de estas historias hay salvación y que tal vez tu tengas un papel importante en ellas.
Por eso pese a todo, contra todo, frente a todo brilla la esperanza que nos impele a gritar que hoy y mañana ¡¡ES NAVIDAD!!
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