Trepidantes se agolpan las palabras apareándose para engendrar los recuerdos y hacerlos vida de nuevo.
Revivamos los momentos felices y rescatemos la belleza de la infancia que estará enredada en nuestros paisajes bailando con el viento y bebiendo en las fuentes por los que fueron nuestros caminos. Y el agua del Torío refrescará nuestros rostros y vivificará nuestros cuerpos suplicantes de un último baño antes de la merienda. Los montes quieren devolvernos los ecos descomplicados de nuestras locuras pueriles. Vamos a recibirlos sin sonrojo, la vida es nuestra y nuestros son las nostalgias.
Los días se suceden acumulando momentos que hunden, hieren, reconfortan y fascinan. Pero está en nuestras manos luchar contra el haburguesamiento de los agoreros que preconizan que la distancia cercena hasta los cariños más enraizados. Neguémosles la dicha de ver cumplidas sus nefastas profecías.
Se entretejen sucesos que desasosiegan, muerden, desgarran y sumen en la tristeza.
Se interponen distancias que anestesian, bloquean y a menudo pretenden destruir fortalezas.
Pero el amor siempre triunfa cuando es puro,desinteresado, profundo. Difícil quebrar la raices cuando son profundas.
Y es que el amor reestablece, libera, purifica, y devuelve las cosas al lugar donde deben estar.
Donde empezaron y deben continuar.
Volverán las risas cómplices a surcar nuestros cielos...
Tu también fuiste y eres un regalo de Navidad, mi primer regalo prima. Y creo que se quien me lo trajo. Fue Ella. La de siempre...
Yo también te quiero...imposible olvidarte...
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