domingo, 1 de febrero de 2015

WE ARE THE WORLD



Tópicos típicos tapizaron totalmente la tarde que el sábado pasado desgranamos en Madrid.
Abrimos una gran ventana que nos llevó de paseo por este maravilloso y plural mundo en el  que nos ha tocado en suerte vivir.
El coro al que pertenecen nuestros dos retoños cantores actuaba en el stand de Castilla y León así que como buenos padres de artistas, baúl y vestuario en mano viajamos a la capital del Reino contentos porque ¡íbamos a visitar Fitur!¡una de las ferias de Turismo más prestigiosas del mundo!
Israel fue nuestro primer destino. Trabamos conversación con una touroperadora con nombre de salvapatrias mesiánica: Luz María. A la conversación se unió un guía encantador de nombre Miguel pero de Religión Judía. Teniendo en cuenta que la que suscribe tiene a gala dedicarse al noble oficio de enseñar en la delicada especialidad de Religión Católica y que no suelo ocultar tal condición la tertulia estaba asegurada...y así fue...en bandeja fue servido un más que enriquecedor diálogo intereligioso."No debemos obviar un hecho relevante, amigo Miguel...Cristo fue judío...y eso nadie puede negarlo..por ello son más las cosas que nos unen que las que nos separan". Fue entonces cuando mi orondo interlocutor sonrió abiertamente agitando su ostensible barriguilla y poniéndose las manos sobre la misma entornó los ojos con simpatía diciéndome "mi querida amiga católica ¡cómo me alegro que vd. lo vea así...¿sabe que yo enseño hebreo bíblico en Brasil?". Se sucedieron las historias bíblicas como la del golfete rey David que por amor arriesgó su salvación mandando al general Urías a la primera línea de combate con el objeto de asegurarse a la bella Betsabé, joven y hermosa esposa del citado general a la que le rey contempló bañándose desnuda. Juntos recorrimos con la imaginación los lugares sagrados: Cafarnaúm, Masada, Belén. Viajamos por los barrios árabe, judio, armenio. Dormimos por breves instantes en un kibbutz, o acariciamos el terciopelo suave de una jaima mientras degustábamos un oloroso te árabe.
Pero el viaje tenía que continuar.
Y Polonia nos esperaba de la mano de un equipo de hermosísimas azafatas eslavas. Una de ellas preciosa blanca hasta el extremo a la par que delgada nos relató las excelencias de este país emergente sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Era una constante en todos estos países eslavos, la obsesión por ser europeos, de formar parte de ese club histórico que sigue teniendo un fuerte peso en el concierto internacional pese a esa decrepitud que le hace oler ya a neftalina. Una decrepitud que sin embargo no puede con el glamour y la majestuosidad de la bella Francia o el ensueño que despiertan los acariciadores acordes del gran genio salzburgués ni mucho menos con la seductora Italia...todo iba bien ¡hasta que los ingleses nos aguaron la fiesta con su ausencia más que calculada!
La idea era recopilar información de todos esos lugares tan típicos y tópicos que suelen ir asociados a la flema británica por excelencia. En nuestra delirante imaginación ya nos veíamos asistiendo a un simulacro de cambio de guardia en el Buckinham palace. Nuestro gozo en un pozo. Los ingleses decidieron no acudir a la cita...con orgullo y flema británicos han decidido que Spanish at home. Bastante enfermero ya tiene copado su sistema de salud británico. Apenas una débil representación de un aeropuerto poco conocido al que no llegaban precisamente vuelos low cost!. Oh my God!!
Menos mal que nos desquitamos en el pabellón Latinoamericano. La explosión de color y sabor flotaba en el ambiente: un séquito de mariachis, papayas, ponchos nicaragüenses, bachatas colombianas, cumbias dominicanas y sambas brasileiras nos hicieron olvidar el English disaster!! Y un espectacular poster de New York ocupando toda una pared me hizo recordar que sin duda alguna algún día viajaré a esa bella nación con la que mi amigo Frank Sinatra anima mis jornadas de running.
     Y España no fue diferent de como siempre la hemos visto: la superioridad del Basque country, la dadivosidad del pueblo andaluz (todo un ala de pabellón, el más grande sin duda), la sobriedad castellano leonesa (un pabellón bastante austero y parco en ornamentos decorativos), la luminosidad azul del Mediterráneo valenciano, la reciedumbre de las montañas aragonesas, los efluvios rojizos del oro líquido riojano. En fin uno a uno los tópicos típicos fueron desplegándose ante nuestros ojos. La sonrisa estaba servida pero también la alegría sana de pertenecer a un mundo global, plural, diverso, rico, apasionante. Un mundo que fluye y brilla, con sus luces, y sus sombras, pero siempre en ritmo trepidante y emitiendo latidos constantes.

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